Cuando los gobernantes se quieren
perpetuar en el poder a toda costa hacen muchas estupideces, algunas muy
graves, que entran de lleno en el campo de la lesa humanidad, como puede ser
asesinar al opositor o encarcelarlo, y otras menos graves, como puede ser crear
una red de servilismo y de clientelismo
que les de apoyo.
El elenco de acciones es variado
y muy rico en su casuística, de tal manera que si nos pusiésemos a narrarlos
estaríamos hasta finales de año sin parar y aún así no acabaríamos nuca.
A título de ejemplo de los
más grave del elenco, y por tomar situaciones recientes, tenemos las acciones
de guerra genocida del Presidente de Siria y sus secuaces, dispuestos a arrasar
a la población que constituye su propio país con tal de mantenerse un poco más
en el poder –tentación que debe ser algo así como la querencia que tienen los
caballo de volver a la cuadra-, pese a que en lo más profundo de su consciente
saben que es muy probable que acaben siendo arrastrados de forma ignominiosa,
como una presa de cacería, desde un vehículo con una cuerda atada a sus pies y
siendo escupidos por toda la
población. Pero aunque estos tiranos tengan ese difuso miedo
a lo que les puede esperar, no pierden la esperanza de que quizás tengan a
suerte que el pueblo “soberano” al que gobiernan carezca de alma revolucionaria,
o esa alma no sea suficientemente revolucionaria sino domeñada, y puedan alcanzar la muerte al modo en que lo hicieron el
general Franco o Pinochet, muertos o retirados en loor de multitud pero con un
tufo a sangre y represión que a los sensibles a esas pestilencias nos provoca
verdaderas arcadas.
En el otro extremo del elenco,
donde se encuentran las estupideces menos graves, podemos encontrar muchísimos
más ejemplos, seguro que diariamente podríamos hacer una lista diferente de
ellos, y que por comunes y repetidos son socialmente consentidos sin que el
pueblo “soberano” haga crítica. Se pueden mencionar muchos casos y las clasificaciones que se
podrían hacer con ellos darían para mucho trabajo, pero baste con mencionar, a
título ilustrativo, la inauguración de rotondas, acción en sí misma que no
tendría la menor importancia si no fuera porque el gasto realizado en los
esperpénticos grupos presuntamente escultóricos que hay en las rotondas de
España, sean en Cataluña o en Andalucía o en cualquier otro territorio, todo de
un mal gusto estético memorable, se
ha priorizado frente al gasto para atender otras necesidades mucho más
importantes y trascendentes sólo con la única y exclusiva finalidad de la foto
de inauguración, del minutito de gloria. El gasto social no da para muchas
fotos y eso se nota. Pregúntenle, por dar nombre y apellido, a Teófila
Martínez, Alcaldesa de Cádiz, sobre los paneles electrónicos informativos que tiene
por toda la ciudad para autoloa y autobombo, pro permanente reelección, frente
al gasto social. Y así, cualquier político, cualquiera que sea su color, con
honrosas excepciones, y, siempre, con el consentimiento del pueblo “soberano”,
que somos nosotros, y no otros, y que si nos miráramos al espejo de la
revolución seríamos capaces de ver las tragaderas tan grandes que tenemos.
Todo este comentario de hoy se
debe realmente a que esta tarde se me vino a la cabeza, no sé por qué, tres de
las más grandes estupideces políticas que he oído en los dos últimos meses,
todas ellas aplaudidas y lloradas de emoción por el soberano pueblo, (claro que
en este caso es un pueblo hijo del español, asentado en ex colonia, y quizás
eso explique tanta estupidez hispana y tantas tragaderas). Me refiero a las tres
grandes ocurrencias de Maduro, el Presidente de Venezuela, a saber, y no
necesariamente dichas por orden de la magnitud de la estupidez del gobernante
que las usa y de la estupidez del pueblo que las consiente:
a)
Hay un pajarillo que se le aparece a Maduro y le canta
y le revoletea a su alrededor y que le inspira las ideas y que no es más ni
menos que Hugo Chávez en forma de avecilla, a modo de Espíritu Santo.
b)
La presencia de Hugo Chávez está en todos lados incluso
en una mancha de humedad que ha aparecido
en un túnel en construcción en la ciudad de Caracas, al modo de los rostros de
vírgenes y santos y cristos que aparecen por toda la península ibérica y toda
la América latina (curiosamente no aparecen en Arkansas o en Massachussets)
c)
La creación del Viceministerio para la Suprema Felicidad del Pueblo ,
emulando los nombres de los órganos o congregaciones de la Curia Vaticana, que
quiere pretender tanto que, seguro, abarcará poco.
En fin, queda uno agotado ante tanta estupidez. Habrá que ir pensando en levantarse de la silla, ¿o nos quedamos un tiempo más en ella?
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