lunes, 4 de noviembre de 2013

¿NOS LEVANTAMOS DE LA SILLA?


Cuando los gobernantes se quieren perpetuar en el poder a toda costa hacen muchas estupideces, algunas muy graves, que entran de lleno en el campo de la lesa humanidad, como puede ser asesinar al opositor o encarcelarlo, y otras menos graves, como puede ser crear una red de  servilismo y de clientelismo que les de apoyo.

El elenco de acciones es variado y muy rico en su casuística, de tal manera que si nos pusiésemos a narrarlos estaríamos hasta finales de año sin parar y aún así no acabaríamos nuca.

A título de ejemplo de los más grave del elenco, y por tomar situaciones recientes, tenemos las acciones de guerra genocida del Presidente de Siria y sus secuaces, dispuestos a arrasar a la población que constituye su propio país con tal de mantenerse un poco más en el poder –tentación que debe ser algo así como la querencia que tienen los caballo de volver a la cuadra-, pese a que en lo más profundo de su consciente saben que es muy probable que acaben siendo arrastrados de forma ignominiosa, como una presa de cacería, desde un vehículo con una cuerda atada a sus pies y siendo escupidos por toda la población. Pero aunque estos tiranos tengan ese difuso miedo a lo que les puede esperar, no pierden la esperanza de que quizás tengan a suerte que el pueblo “soberano” al que gobiernan carezca de alma revolucionaria, o esa alma no sea suficientemente revolucionaria sino domeñada, y puedan  alcanzar la muerte al modo en que lo hicieron el general Franco o Pinochet, muertos o retirados en loor de multitud pero con un tufo a sangre y represión que a los sensibles a esas pestilencias nos provoca verdaderas arcadas.

En el otro extremo del elenco, donde se encuentran las estupideces menos graves, podemos encontrar muchísimos más ejemplos, seguro que diariamente podríamos hacer una lista diferente de ellos, y que por comunes y repetidos son socialmente consentidos sin que el pueblo “soberano” haga crítica. Se pueden mencionar  muchos casos y las clasificaciones que se podrían hacer con ellos darían para mucho trabajo, pero baste con mencionar, a título ilustrativo, la inauguración de rotondas, acción en sí misma que no tendría la menor importancia si no fuera porque el gasto realizado en los esperpénticos grupos presuntamente escultóricos que hay en las rotondas de España, sean en Cataluña o en Andalucía o en cualquier otro territorio, todo de un mal gusto estético memorable, se ha priorizado frente al gasto para atender otras necesidades mucho más importantes y trascendentes sólo con la única y exclusiva finalidad de la foto de inauguración, del minutito de gloria. El gasto social no da para muchas fotos y eso se nota. Pregúntenle, por dar nombre y apellido, a Teófila Martínez, Alcaldesa de Cádiz, sobre los paneles electrónicos informativos que tiene por toda la ciudad para autoloa y autobombo, pro permanente reelección, frente al gasto social. Y así, cualquier político, cualquiera que sea su color, con honrosas excepciones, y, siempre, con el consentimiento del pueblo “soberano”, que somos nosotros, y no otros, y que si nos miráramos al espejo de la revolución seríamos capaces de ver las tragaderas tan grandes que tenemos.

Todo este comentario de hoy se debe realmente a que esta tarde se me vino a la cabeza, no sé por qué, tres de las más grandes estupideces políticas que he oído en los dos últimos meses, todas ellas aplaudidas y lloradas de emoción por el soberano pueblo, (claro que en este caso es un pueblo hijo del español, asentado en ex colonia, y quizás eso explique tanta estupidez hispana y tantas tragaderas). Me refiero a las tres grandes ocurrencias de Maduro, el Presidente de Venezuela, a saber, y no necesariamente dichas por orden de la magnitud de la estupidez del gobernante que las usa y de la estupidez del pueblo que las consiente:

a)      Hay un pajarillo que se le aparece a Maduro y le canta y le revoletea a su alrededor y que le inspira las ideas y que no es más ni menos que Hugo Chávez en forma de avecilla, a modo de Espíritu Santo.

b)      La presencia de Hugo Chávez está en todos lados incluso en una mancha de humedad que  ha aparecido en un túnel en construcción en la ciudad de Caracas, al modo de los rostros de vírgenes y santos y cristos que aparecen por toda la península ibérica y toda la América latina (curiosamente no aparecen en Arkansas o en Massachussets)

c)      La creación del Viceministerio para la Suprema Felicidad del Pueblo, emulando los nombres de los órganos o congregaciones de la Curia Vaticana, que quiere pretender tanto que, seguro, abarcará poco.

En fin, queda uno agotado ante tanta estupidez. Habrá que ir pensando en levantarse de la silla, ¿o nos quedamos un tiempo más en ella?

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