lunes, 23 de diciembre de 2013

FELIZ REVOLUCIÓN, DIGO NAVIDAD


El país está jodido, muy jodido, pero la gente tiene ganas de olvidar tanta negrura, tanta tristeza y, sobre todo, lo que quiere es olvidar que no sabe qué hacer para acabar con esta situación en la que vivimos.

No me refiero a que no sabe la gente qué hacer para encontrar trabajo o emprender una actividad con todo el riesgo que eso supone hoy en día, porque de eso la gente sabe y se busca la vida como puede, al menos en general, independientemente de que en muchos casos aunque busques y busques no encuentras. La gente, si es necesario, termina haciendo algún tipo de chapuza, de trabajo menor, de actividad que, si bien no implica alta en seguridad social ni contrato ni nada de eso, al menos le permite hacerse con unos euros que les posibilite sobrevivir, a duras penas, pero sobrevivir.

Cierto es que no toda la población se encuentra en esta situación desesperante, pero sí es verdad que son muchos, cada vez más, los que sí están verdaderamente agobiados porque no llegan a final de mes, porque no tienen ni para pagar la luz. Los demás, los que sí podemos pagar la luz aunque tengamos menos ingresos que hace unos años, también lo pasamos mal por ver lo que hay alrededor y de alguna manera se le levanta a uno una especie de vergüenza por poder frente al que no puede. Afortunadamente somos un país en el que las redes de solidaridad social funcionan muy bien.

Por eso estamos todos jodidos. Pero los temas económicos, la economía en general, el mercado que dicen, es algo complejo que los ciudadanos de a pie no llegamos siquiera a entender más que de forma muy primaria y de andar por casa, llegando a la conclusión que tienen que ser los políticos los que se dediquen a eso de la economía y a sacarnos del atolladero. Y es aquí, precisamente, donde radica la clave del agobio; tienen que ser los políticos los que tienen que lidiar con la cosa económica y con la cosa pública, pero resulta que los políticos siguen siendo y comportándose como siempre, es decir, atendiendo a su único y exclusivo interés, como una casta al servicio de sus propios intereses y no al de los ciudadanos. Primero lo mío, después los míos y para lo general ya no estoy. Es como si estuvieran en la lucha política sólo para repartirse el botín: estos años nos lo repartimos nosotros y los próximos cuatro años, si ganamos las elecciones, también, y el pueblo que vaya tirando.

Cuando la gente quiere estos días de Navidad olvidarse de lo jodido que está el país, de lo que más quiere olvidarse es de que no sabe cómo vamos a arreglar esto de que los políticos son unos sinvergüenzas; y quiere olvidarse de ello porque sabe o intuye  que no puede arreglarse votando al de otro partido porque todos los partidos son iguales en este tema, ni tampoco puede arreglarse prescindiendo de los políticos y de los partidos políticos, ya que son básicos en el sistema democrático y tampoco, en general, la gente quiere salvapatrias y populistas que no traen más que más problemas, odio y , casi siempre, sangre.

Así que la gente se siente perdida en esto, y cada vez más perdida a medida que pasan los días que van robusteciendo esta crisis y a diario lee en los periódicos las noticias de corruptelas y atracos a mano armada a los fondos públicos y a los dineros y riquezas de los ciudadanos sin que se pueda hacer distinción entre partidos políticos en esta materia, y observa la soberbia de los políticos y, en algunos casos, sus familiares –porque son clanes de corruptelas lo que hay- ante las denuncias y los descubrimientos que se hacen por los pocos jueces que en España tienen el valor de investigarlos a sabiendas de que terminarán más pronto que tarde expulsados de la carrera judicial por tal valentía.

Por eso la gente estos días está saliendo a la calle, no a comprar, que también, sino a estar juntos unos con otros y no sentirse sola y tomarse una copa o unas cuantas copas y cantar y conjurar y exorcizar la maldición que como pueblo llevamos soportando tantos siglos, esa maldición de querer tener políticos con vocación de lo público y que, pese al deseo, salvo excepciones, lo que tenemos son políticos con vocación de lo privado, políticos sin escrúpulos por atracar el bienestar del pueblo soberano.

No sé qué tipo de revolución habrá que llevar a cabo, pero es obvio que alguna habrá de ser. Quizá el sentimiento colectivo de que estamos democráticamente perdidos porque todos los políticos, cualquiera que sea su color, entienden el interés general de la misma manera, es decir, como el interés privado, quizás, digo, esto sea el punto de inflexión que nos lleve a los españoles que llevamos siglos con  el mismo problema a propiciar un cambio que nos permita afrontar el día a día con más equidad y con menos vergüenza por la situación y la desigualdad que crece y crece. En fin, con más alegría.

Así que esta Navidad os deseo a todos un poco de democrática revolución política. Y, quizás, con todos los poquitos de revolución que deseo a todos consigamos reunir las fuerzas suficientes para llevarla a cabo.

Feliz Navidad.

domingo, 15 de diciembre de 2013

MICRORRELATO (DE LOS DE VERDAD)


Estaba absolutamente relajado, viendo la televisión casi como un autómata. No le interesaba ni le dejaba de interesar lo que el Ministro de Hacienda estaba diciendo, pero cuando dijo que habría equis millones de euros  de inversión, automáticamente su mente, como en un viaje interestelar, se trasladó cuarenta o cuarenta y un años atrás, justo a una concreta ventana del edificio del colegio donde estudiaba, ventana que daba a una especie de terraza a la que se accedía por un lateral del rellano de la escalera que daba acceso a la puerta oeste del aulario, y en la que su alféizar hacía las veces de mostrador de una papelería donde había que ir a comprar los folios y los cuadernos con los membretes del colegio, obligatorios para exámenes y trabajos.

Esa especie de papelería oficial la atendía un profesor miembro de la congregación religiosa a la que pertenecía el colegio, ya retirado de sus labores docentes, y que era el encargado de atender la venta del material corporativo de uso obligatorio. Era alto, muy alto; delgado, muy delgado, y, siempre, con una boina negra a juego con el color del traje, a modo de permanente recordatorio de su carácter nacional de vasco.

Trasladado en el tiempo, recordó la escena:

-Buenos días, D. Marcelo. ¿Me da, por favor, cinco pesetas de folios?

-Buenos días tenga Vd. pero no se dice cinco pesetas de folios, sino folios por valor de cinco pesetas, así que mañana me trae Vd. escrito trescientas veces la frase “No se dice cinco pesetas de folios sino folios por valor de cinco pesetas”.

Es obvio que el Ministro no estudió en ese colegio.


NOTA:

Este microrrelato se lo dedico a Ana Teresa Rivera , que dice que, por mi condición de jurídico, soy incapaz de escribir un microrrelato de los de verdad, de los de pocas palabras, líneas y párrafos.

Este microrrelato tiene 276 palabras, que no son muchas aunque sé que hay microrrelatos de una sola línea, como el que sin darse cuenta escribió quien redactó hace unos días el epitafio de una esquela que leí en Él País y que era muy gracioso: “Murió, sorpresivamente, a los 102 años”.

 

martes, 10 de diciembre de 2013

LA TAZA COLOR LILA


La palabra lila tiene varias acepciones en el diccionario de la RAE de todos conocidas, siendo los significados más usados los que hacen referencia al color y a la estupidez. Lila es el color de la flor de su nombre, primo hermano del morado, en la gama de los azules y rojos, supongo, y lila es el tonto, el carajotón al que, cuando se le llama tonto, no se le quiere despreciar porque se le tiene afecto. Es lila o es un lila, se dice, y si se quiere resaltar el enojo con el que se está llamando tonto a quien se aprecia, se dice aquello de es un “joío” lila.

En todo caso, la acepción de tonto de la palabra lila ha caído en desuso, al menos eso me parece, y siempre me pareció que tanto como adjetivo como sustantivo era su uso más del gusto de las mujeres que de los hombre, que cuando la usan suelen reforzarla con “joío” para darle un toque de masculinidad a la expresión.

Además de los significados semánticos de la palabra lila, el color lila, en el mundo de la simbología, representa la amistad, de la misma manera que el rojo representa o simboliza la pasión o el negro, el luto.

En Chiclana existe un grupo de personas que se autodenominan “Los Lilas” y que se conocen de toda la vida y que, mayoritariamente, hicieron muchas migas en el Instituto, cuando hicieron el BUP, ya que en aquella época en Chiclana sólo había un Instituto y sólo una clase para cada tipo de bachillerato. Eso les daba la condición de casta frente al resto de la población, y el conocerse todos hacía que se reforzara esa relación de colegas de estudio y fueran  algo más que eso. Ha perdurado en el tiempo esa relación, pese a los diferentes derroteros profesionales, laborales y políticos que cada uno ha seguido en la vida.

Este grupo se denomina a sí mismo “Los Lilas” y la asociación virtual (porque no está constituida más que de forma verbal, sin ningún tipo de formalidad, y pervive y la alientan y mantienen viva en su imaginario desde la fuerza que da la amistad), que los aglutina se denomina ALIOLI, que es el acrónimo, absolutamente cachondo y sin sentido real, de “Asociación de Lilas Organizados y Liberados”, aunque la verdad es que estos lilas se organizan bien para salir a comer y a divertirse y para liberarse de todos los problemas cuando hay reunión.

Aunque, como digo, se conocen de toda la vida, bajo la advocación de lilas, que les sirvió y les sirve para justificar eventos culinarios y etílicos, se vienen reuniendo desde hace unos 17 o 18 años, habiéndose iniciado la costumbre y este nombre porque todos ellos eran seguidores del torero local, ya retirado, que también forma parte del grupo, Emilio Oliva, personaje singular cuanto menos.

Los lilas otorgan todos los años un premio o reconocimiento que denominan “Lila de Oro” y, en algunas ocasiones, como este año, otorgan también un reconocimiento a alguien que va recorriendo bien el camino de iniciación en la pertenencia al grupo y que cae bien por su actitud, por su manera de ser, etc., que denominan “Lila Revelación”

Pues bien, he tenido el gran placer de haber sido este año designado “Lila Revelación”.

Me invitaron a la comida de este año ( reunión anual, primer jueves de diciembre de cada año) y decidí ir sin más pretensión que pasar un buen rato y ahondar en las relaciones con este grupo de personas. Ahora me explico que fueran hasta cuatro personas las que me llamaran para invitarme a ir y para cerciorarse de que no pusiera ninguna excusa para justificar mi ausencia.

Agradecí, como es natural, el honor que me hicieron y lo hice con sinceridad y verdaderamente satisfecho porque estas personas se hubiesen acordado de mí.

En las palabras que pronuncié resalté que el lila es el color de la amistad y que ese era el prisma desde el que quería entender la designación y que agradecía muy especialmente que me hubieran nombrado “Lila Revelación” ya que eso era tanto como entender que había un grupo de personas que me brindaban su amistad, y que lo agradecía especialmente porque todos los amigos, o los que creía que eran amigos, que yo tenía antes de venirme a vivir a Chiclana me habían dejado tirado en la cuneta justo en el momento en el que más falta me hubiera hecho una palmadita en la espalda para siquiera darme ánimos ante los retos que se me presentaban en mi nueva vida.

Fue duro, muy duro, no el hecho de perder los amigos, pues no los perdí, sino darme cuenta, así, repentinamente, que nunca los tuve, que toda esa amistad no era más que nada.

He sido desde entonces muy prudente en las relaciones que he iniciado en mi nueva vida  y son pocas las personas con las que retomo el gusto por la amistad sin el miedo a la decepción. En este grupo de los Lilas hay algunas de estas pocas personas de las que hablo, aunque también, aquí en Chiclana, fuera de ese grupo he encontrado otras personas que me han brindado su amistad limpiamente y con todos ellos estoy recuperando el gusto por este tipo de relación.

La taza vacía, como dice mi sensible amiga Anate, va llenándose. Por taza se entiende el recipiente que contiene los cariños y las afectividades. Las hay de varios colores, una roja para la pasión y el cariño y amor de pareja: llena hasta rebosar; de color azul, para los cariños y amores incondicionales hacia los hijos: llena y desde siempre rebosante; de color verde para los cariños y amores hacia padres y hermanos: llena y con multitud de sabores dulces, amargos, suaves, secos, pero llena; lila, para los cariños y amores hacia los amigos: se está empezando a llenar, como digo. Espero que algún día rebose también.

viernes, 6 de diciembre de 2013

NELSON MANDELA


Ha muerto Mandela, Nelson Mandela. Hoy es un día triste y alegre a la vez. Triste por la muerte de una persona de tanta grandeza y de alegría porque este hombre, entre otros seres humanos, evidencia que la Humanidad da buenos frutos.

Ha muerto uno de los grandes hombres del siglo XX. Siglo que, en términos de personas que trascienden al mundo entero, ha dado lo peor: Stalin, Hitler, Pol Pot, por ejemplo, pero también lo mejor: Gandhi, Luther King, Teresa de Calcuta o Nelson Mandela, también a título de ejemplo.

Hoy no procede decir muchas cosas, más bien reflexionar en la idea de la integración y reconciliación que este hombre nos dejó como mensaje posible.

Y para ayudar a la reflexión, transcribo un poema de William Ernest Henley que inspiró a Nelson Mandela en su vida:


Más allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.
En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.
 

Descanse en paz.

martes, 3 de diciembre de 2013

REQUIEM IN PACE AETERNAM


Hace ya tiempo que empezaron a llamarme la atención determinadas esquelas de las que se publican en los periódicos. No de las que uno puede leer en el Diario de Cádiz, en el Diario de Jerez o en el ABC, periódicos éstos que representan lo más rancio en lo que a costumbres de estéticas de obituarios se refiere, sino las que se publican en periódicos entre cuyos lectores se encuentran, por la definición de su línea editorial, personas eminentemente laicistas y nada o poco religiosas, sin que ello quiera decir que en esta clase de periódicos no encontremos esquelas clásicas del tipo de en el día de ayer falleció, tras recibir la bendición de Su Santidad el Papa – como si el Papa estuviera para eso-, el Sr. o la Sra. tal o cual, etc., etc.

Nunca antes había prestado yo atención a las esquelas salvo contadísimas excepciones, pero, casualmente, leí hace algo más de un par de años, en El País, un esquela desgarradora por su contenido. Desgraciadamente no recuerdo con exactitud el texto, pero utilizando sólo los nombres y no los apellidos del fallecido y de quien le recordaba a través de la esquela,  se  ponía de manifiesto una historia de amor  oculta a la oficialidad en la que se cruzó la muerte y dejó al vivo, ella,  con ganas de morir y con el corazón desgarrado y sin poder decir a nadie que se le había muerto el amor de su vida, su razón de ser. Tan sólo a través de la esquela, casi anónima, pudo dar un grito mudo que la desahogara en su sufrir y que la aliviara en su honda pena. La verdad, me impresionó.

A partir de aquel día, empecé a prestar atención a las esquelas y, aunque la mayoría responden al esquema clásico, de vez en cuando puedes encontrarte con alguna que, cuanto menos, te deja intrigado o con los sentimientos alterados. En todos los casos puedes imaginar historias que den razón de ser y que justifiquen la esquela y su contenido o los mensajes que contienen.

Algunas historias son fáciles de imaginar e, incluso, pueden suponer una realidad vulgar y nada atractivas o interesantes, pues no se salen de lo normal. Sin embargo, otras, las menos, desgraciadamente, ponen de manifiesto indicios de historias verdaderamente interesantes. Al menos, son esquelas que provocan esa impresión.

La razón por la que impresionan o te dejan pensativo puede ser de tipo variado; unas veces son historias de amor pasional entre personas, otras son historias de amor paterno filial marcado por algún hecho concreto, otras son historias de amor por los demás, de pasión política, etc., y, en todos los casos, de incapacidad de soportar la ausencia de la persona querida que se ha marchado para siempre, expresando esta añoranza de la persona ida desde la perspectiva y el convencimiento, en la mayoría de los casos, de que no hay un más allá donde volver a encontrarse, lo que no deja de ser desconsolador.

Frente a aquellas esquelas en las que lo que interesa resaltar es la posición social del fallecido y sus allegados – Excmo. Sr., Ilmo Sr., Licenciada en Historia, e incluso Bético de toda la vida, que todo esto se ve en las esquelas-, éstas de las que yo hablo, ponen de manifiesto sentimientos, posiciones en la vida, compromisos, pero sobre todo, desazón, pesar, desconsuelo.

Desde hace dos años, cuando veo una de estas esquelas inquietantes, la recorto y la guardo en un carpeta ad hoc, donde ya la colección da para echar una tarde imaginando historias.

No quiero reproducir aquí los textos de las esquelas que forman parte de mi peculiar colección –no sé por qué las conservo, pero seguro que alguna vez sale una buena historia de ellas-, pero sí quiero dejar a título de ejemplo algunas de ellas:

Día 13 de Julio de 2011:


                        MAN-HUÉ

                        13 de julio de 2006

                        Y no queda más
                        que ese peso
                        insoportable y dulce
                        en el corazón.
 

12 de septiembre de 2012:
 

                        VICENTE

                        Topotón, Topotón, te fuiste
                        Topoton, Topotón, nos has dejado
                        Pero espera, espéranos…, siempre, Viz, siempre


23 de marzo de 2013:

 
                        Elenita:

                        A la hora del té y de los toros, tus hijos Boris y Yuris ya pueden recibir a la Reina de la Commonwealth y conversar con ella sin filtros idiomáticos; lamentablemente Kate Moss no se pone al teléfono. De todos modos en casa no se atreven a motejar a Crazy Horse llamándole Creisy Jorss.

 
Día 21 de junio de 2012:
 
                        A y ᾩ

                        J.P.

                        Se nos fue del todo el 20 de junio de 2012
                        “…y recuérdalo, nunca te olvido.”              

                        M., C., R., I.,y J.M.
                        ¡¡¡Bisiestos!!!!

 Día 27 de marzo de 2011:

            Primer Aniversario

JULIO CÉSAR GUEDES MACEDO

            Falleció en Madrid el 27 de marzo de 2010

            DEP

            A nuestro querido hermano que sólo comprendimos cuando nos dejó.
      
            No vuelvo la cara
           por miedo a no  vernos
           y un adiós infinito
           se rompe en silencio
           dejándome herido….
           dejándote muerto..
                        (José Martínez)


Día 18 de julio de 2011:

            In memorian, 3 años

            MARTINA FELICIDAD SÁNCHEZ MORO

            El 18 de julio de 1911 llegaste a los brazos de Elisa y Patrocinio.

            El 18 de julio de 1936 amargó tus 25 años tan felices, Eduardo y tú, el 1 de mayo, con la niña en brazo y el puño en alto.

            El 18 de julio de 2011, serías una preciosa centenaria.
 
            Mamaíta. Te quiero siempre.
           

Día 27 de marzo de 2011:

            VICTORIA MURILLO FRANCO

            28 de marzo de 1944
            27 de marzo de 2005

            La presencia de tu ausencia es inmensa
            Imposible quererte más
            Imposible echarte más de menos ahora.
            Con María y Nicolás en la fotografía.

Y por último, una publicada el día 20 de agosto de 2011 que especialmente me conmueve  pues la suscriben dos hijas, una de ellas monja – que yo imagino de clausura-:

             Recuerdo a la memoria  de
            IVAN ISCAR RODRÍGUEZ

            Que a los 42 años fue asesinado el 20 de agosto de 1936 por las fuerzas franquistas, junto a otras 51 víctimas, sin que hubieran tenido opción a un juicio justo.

            Fue fusilado en el campo de concentración “El Mogote”, y sus restos arrojados a la fosa común del cementerio español de Tetuán.
        
        Tus hijas, Sor María Luisa y Áurea, no te van a olvidar nunca.

Esta última esquela recuerda que la defensa de la libertad en la España de la Guerra Civil también corrió a cargo de muchas personas religiosas y profundamente católicas, pese a lo que nos han querido inculcar en sentido contrario. Este dato se refleja muy bien en la película “Las 13 Rosas”.

Descansen todas estas personas en paz y que no se hayan inquietado por haber usado sus nombres y su recuerdo.

 

lunes, 2 de diciembre de 2013

VIAJE AL SIGLO XIX EN CHICLANA


Estuve en la presentación de un libro recopilatorio de diecinueve relatos escritos por escritores o, más bien, escribidores chiclaneros – y digo escribidores porque ninguno se dedica profesionalmente a eso de escribir-, acto que resultó muy interesante pese a algunas deficiencias sonoras y  alguna que otra falta de cuidado por parte del público.

Aunque todavía no he leído el libro, según la información que obtuve, se trata de diecinueve relatos, unos basados en un muy documentado estudio histórico, por lo que entran más en el campo del ensayo que en el del relato creativo, y otros, unos más y otros menos, son fruto de la fantasía creativa de los autores. Este último tipo es donde encaja el relato de mi amiga Anate Rivera, en el que hace una microtrilogía, es decir tres microrrelatos, basada en el encuentro que se produce como consecuencia de una imaginada máquina del tiempo entre el arquitecto del siglo XVIII, Torcuato Cayón, que, aunque inserto en el barroco, fue impulsor del neoclasicismo, y el chiclanero arquitecto contemporáneo Miguel Vela, arquitecto que diseñó mi casa actual y persona interesantísima de conversación por la visión humanista que tiene no sólo de la arquitectura sino de todo en la vida, además de personaje peculiar.

Anate Rivera es una escribidora muy activa aunque no profesional de esta actividad. Su profesión está en el ámbito de la docencia, donde enseña y difunde la lengua francesa, además de ser la “lectora de lengua francesa” de cabecera de Susana con quien comparte con asiduidad largas caminatas en las que el ejercicio para quemar grasa y la conversación en francés compiten por ser protagonista.

Yo, personalmente, tengo con Anate una relación que se remonta a los inicios de mi relación con Chiclana y, cosa curiosa, la conocí literariamente antes que personalmente ya que mi situación emocional y la de Susana en aquella época fue la inspiración de una serie de bellísimos escritos en formato literario de poemario, en un estilo tan vital, de sentimientos y sonoro que recuerda al de la poetisa colombiana Angela Becerra. De hecho, todos esos poemas constituyen en sí mismo un bloque de escritos suficientes para un libro, pero no se decide a publicarlo. Que sepa Anate que se le hurta a los que gustan de leer poesía un auténtico placer, aunque entiendo que los escribidores siempre tienen sus razones íntimas para no dar a la luz determinadas creaciones.

Tiene publicado tres libros y todo lo que lleva escrito en su columna semanal en el periódico, columna llena de vitalidad, actualidad, sentimientos y de oposición política “a todo lo que se menea”, sin distinción de color o ideología.

Lo más curioso de Anate es que, si sólo la leyeras, no podrías imaginar cómo es ella. Nada tiene que ver su estilo de escritura con su manera de ser y sobre todo con su manera de expresarse oralmente y su graciosa entonación chiclanera de la interrogación, que llega a  ser canción de lo acusada que la tiene. Eso es lo más curioso, pero lo mejor es lo bellísima persona que es, los nobles sentimientos que la guían en la vida.

Pero volvamos al acto de presentación del libro que es de lo que hoy quería hablar. Fue peculiar, ya que se celebró en el hall de entrada del Ayuntamiento que fue habilitado a modo de salón de actos y eso permitió que desde las grandes escaleras del edificio, sin ningún tipo de preámbulo que los anunciara, bajaran cinco personas ataviadas y vestidas a la usanza del siglo XIX, que eran otros tantos actores locales vestido como cinco personajes chiclaneros del mencionado siglo y que han trascendido a la historia por distintas razones, a saber: el poeta García Gutiérrez – el romántico que inspiró y creó los libretos de las óperas de Verdi-, Juan de Mendizábal – el presidente del gobierno que llevó a cabo la famosa desamortización de los bienes de la Iglesia Católica en España-, Francisca (Frasquita) Larrea –famosa feminista y madre de la escritora que escribía bajo el pseudónimo de Fernán Caballero-, José de Cea y García - diputado en las Cortes de Cádiz- y el torero Francisco Montes “Paquiro”.

En el hall existen una serie de cuadros de ciudadanos ilustres de Chiclana entre los que se encuentran algunos de estos personajes por lo que entraron en la sala comentando lo bien que se veían en los retratos y a partir de ahí hicieron una serie de entre estudiados e improvisados diálogos que abarcaron desde su asombro por el uso de móviles que grababan sus imágenes hasta comentarios sobre Ángela Merkel. Hicieron de presentadores de las tres personas que tomaron la palabra y despidieron el acto.

Fue interesante ver a estos personajes históricos haciendo comentarios críticos sobre nuestra situación actual desde la perspectiva de su época y siempre con un toque de humor justo que hizo que la singularidad de la presentación del libro me gustara mucho y me pareciera muy interesante, más allá del mal sonido del equipo de audio y de algún que otro niño correteando por la sala como si aquello fuera una sesión de cine de verano de barrio.

Interesante acto e interesante curiosidad la de que Chiclana, en el siglo XIX, diera y acogiera a tanto personaje ilustre.

domingo, 1 de diciembre de 2013

LA MEDIOCRIDAD RELATIVA


La mayoría de las personas no elegimos el camino profesional que vamos a seguir en nuestras vidas sino que el camino que recorremos lo vamos formando a medida que caminamos por ella, como si fuera el fruto del asentamiento  de una serie de decisiones independientes unas de otras, aunque con alguna conexión entre ellas, que uno va tomando a cada momento, unas nada trascendentes, otras trascendentes y otras muy trascendentes. Al menos, eso creo yo. En mi caso es así y por eso pienso que en la mayoría de las personas es así.

Entiendo y sé que hay algunas personas que tienen muy claro qué quieren en su vida y se lo marcan como objetivo y no se dejan distraer por ningún tipo de contratiempo, dedicando todas sus energías a lo que pretenden. Son personas que tienen muy claro qué quieren. No es que ellos hayan dedicado más tiempo que otros a prepararse para desarrollar esta capacidad de decidir algo concreto y definido que consiguen ver desde el primer momento, sino que la naturaleza les dota de esa capacidad de ver sus vidas proyectadas en el futuro con esa claridad que podríamos considerar positiva en la medida que son personas que tienen recursos intelectuales, emocionales, sociales, etc., muy por encima del común de los mortales y además, no es que tengan desarrollado uno de estos aspectos sobre los otros sino que tienen muy desarrollados varios de esos aspectos.

Esto explica que en la vida profesional de uno, que empieza, aunque no te lo creas, a los tres años, en el colegio, cuando comienzas con la prelectura y con la preescritura y acaba cuando te jubilas, te encuentras con algunas personas que desde bien pronto te sorprenden por lo claro que lo tienen profesionalmente – incluso aunque sean unos micos-, y que con el tiempo ves que efectivamente lo tenían claro.

Hay muchos en la vida que tienen éxito, sobre todo éxito económico, que es como más se mide el éxito en España, pero no son esos a los que yo me refiero, ya que aunque los haya honrados, también los millonarios pueden enriquecerse en los negocios oscuros y sucios, y para ello más que un don de la naturaleza lo que hay que tener es una falta, la de escrúpulos.

Pero hoy yo me refiero a aquellos que se desarrollan muchísimo en cualquier campo del conocimiento o de las artes. Aquellas personas que terminan siendo unos expertos respetadísimos en algún aspecto concreto de nuestro mundo: la medicina, el derecho, la física, la teología, la historia, etc., etc.

Es obvio que no me encuentro entre los privilegiados. Elegí, cuando correspondió por edad, la rama del conocimiento en la que me debía desarrollar desde ese momento hacia el futuro – el Derecho-, y eso determinó toda mi trayectoria profesional posterior. No me quejo para nada de cómo he caminado sobre la vereda de la vida a partir de aquella decisión – transcendente, sin duda-, ni tampoco me puedo quejar de mi relación amorosa o afectiva con el Derecho ya que es una rama del conocimiento que me encanta, quizá porque lo impregna todo en la vida y porque responde siempre en su funcionamiento a una lógica y coherencia interna que me fascina, más allá de lo que después pueda ocurrir cuando del Derecho pasamos a la Justicia, donde ya factores de toda índole, fundamentalmente ideológicos,  hacen que esa lógica, en casos, cojee.

Y aunque no me quejo de cómo me ha ido la vida profesionalmente, no dejo de reconocer que estoy en el grupo de los normales, de los que no han sobresalido especialmente por nada, en el grupo de los anónimos, como quien dice; es decir, donde la mayoría.

Y toda esta reflexión la hago porque hoy, leyendo el periódico, me ha venido a la memoria una vieja anécdota: estando yo trabajando en  el Hospital de Cádiz, en los primeros años de mi destino en aquel centro, recién iniciada la década de los 90 del siglo pasado, tenía mucha vinculación laboral con la Asesoría Jurídica Provincial de Servicio Andaluz de Salud, ya que el índice de litigiosidad judicial en aquella época era muy alto y había que informar y documentar muchos expedientes para los letrados que iban a los juicios. Pues bien, por aquella época vino a tomar posesión como Juez en la ciudad una compañera mía de Facultad, Ana Mª Orellana Cano, a quien el Letrado Jefe de la Asesoría Jurídica no paraba de adular, hacerle la pelota, vamos, intentando entablar con ella algún tipo de relación privilegiada, no sé con qué aviesa intención, pero que, conociendo a la Juez, no iba a torcer la aplicación del derecho.

Tuvieron, por lo que me comentaba el Letrado Jefe, muchas conversaciones y en una de ellas se comentó sobre mi persona y ella, según me comentó el dicho Jefe, vino a decir que “Álvaro, bueno, pues sí, pero es un mediocre”. No me molestó la opinión de ella, me molestó que el Letrado Jefe me lo contara, pues no se ganaba nada con ello. Pero bueno, quizá al Letrado Jefe le interesaba engrandecerse ante mí, a través de opiniones de terceros (suponiendo que fuera verdad lo que me comentaba)

Hoy leyendo el periódico he encontrado una referencia de esta compañera de Facultad, a la que acaban de nombrar, en Madrid, miembro de la Real Academia de Jurisprudencia. Al leer su curriculum, sin variar un ápice mi propia opinión sobre mi trayectoria profesional,  me he dado cuenta que cuando esta señora llama mediocre a un profesional esa calificación, relativizada por su posición, no es tan mala, es casi una loa.

Según el periódico, su curriculum es el siguiente:

“Ana María Orellana Cano estudió la carrera de Derecho en la Facultad de Jerez. Había obtenido la máxima nota en Selectividad de España. Su pasión por el Derecho quedó patente al concluir la primera fase de su formación universitaria como el número uno de su promoción. Por tal motivo se hizo merecedora del Premio Extraordinario Fin de Carrera al Mejor Expediente Académico en la promoción 1980-1985. Tras decidir que se dedicaría a la Judicatura aprobó las correspondientes oposiciones en 1987. Llegó a la Jurisdicción Social en el año 1990, donde volvió a cosechar el reconocimiento. No en vano también fue la número 1 de la segunda promoción de magistrados especialistas de esta Jurisdicción. Sucedió en febrero de 1990.

Hay que añadir que durante largo tiempo compatibilizó su labor como magistrada con labores docentes en la Universidad de Cádiz. Su dedicación al Derecho como estudiosa y experta en el mismo le ha reportado premios universitarios así como distinciones y condecoraciones, caso por ejemplo de la Cruz Distinguida de Primera Clase de San Raimundo de Peñafort y el Premio Nacional a la Mejor Laboralista del Año 2009, concedido por la Asociación Internacional de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social. En el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, ha sido ponente en más de 9.000 sentencias y, en órganos unipersonales, ha dictado aproximadamente, 3.500 sentencias, a lo largo de su trayectoria profesional. Es analista del Centro de Documentación Judicial desde marzo de 2009, analizando la doctrina judicial sentada por las Salas de los Social de los Tribunales Superiores de Justicia de Madrid, Galicia, Extremadura y de las tres Salas de Andalucía (Sevilla, Granada y Málaga).

Actualmente, lleva analizadas más de 1.500 sentencias.        

Le fue reconocido el Certificado de Docencia por la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, donde obtuvo el Diploma de Estudios Avanzados en Derecho en el año 2002, tras la presentación oral ante un Tribunal del trabajo 'Las tercerías de dominio en la ejecución laboral; en especial, la tercería registral'. Fue nombrada colegiada emérita del Colegio de Graduados Sociales de Cádiz. El 8 de noviembre de 2013, fue elegida en el XXI Congreso Nacional de la Asociación Profesional de la Magistratura (APM), celebrado en Jerez, miembro del Comité Ejecutivo Nacional y directora del gabinete de la revista 'Deliberación'. Es autora de 57 publicaciones jurídicas; ha dirigido y coordinado 17 cursos; ha sido profesora de 32 masters; ha impartido 160 conferencias y, ha recibido 172 cursos de formación. Todo ello ha hecho de Ana María Orellana una experta de primer nivel, lo que se vio reconocido con su ingreso como académica en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación.”

Pues eso, yo me quedo en mediocre.

martes, 19 de noviembre de 2013

EN BABIA (MICRORRELATO)


Siempre que atravesaba esa larga avenida con varios puntos semafóricos en los diferentes pasos de peatones que existen en la misma, pensaba lo mismo, que quién sería el responsable municipal que había decidido que los semáforos estuvieran con la luz ámbar intermitente encendida al tiempo que los peatones tenían encendida la luz verde que les permitía cruzar la ancha calle.

Le costó mucho tiempo entender la dinámica de funcionamiento de esos semáforos y la lógica a la que respondían, ya que no le parecía razonable que se permitiera el paso a ambos usuarios al mismo tiempo en un calle de esa magnitud, si bien, cierto es, los vehículos rodados, al estar intermitente la luz ámbar, avisados quedaban de que debían circular con precaución.

 A base de observación, con el tiempo cayó en la cuenta de que realmente el semáforo se ponía en rojo para los vehículos al tiempo que se ponía en verde el de los peatones, para inmediatamente, diez o quince segundos después, pasar del rojo al ámbar intermitente y así los vehículos podían iniciar la marcha si los peatones ya no ocupaban su frente o no lo iba a ocupar alguno de los que hubiesen iniciado el recorrido del paso de cebra. Esta intermitencia anaranjada dirigida a los motorizados no cambiaba el color verde que guiaba a los peatones, ya que se mantenía este color durante, al menos, un largo medio minuto más.

Este funcionamiento le confundió durante mucho tiempo pues, considerando que el rojo para los conductores iniciaba la marcha de los peatones, no terminaba de asociar  el anaranjado intermitente con el paso de peatones guiados en su cruzar por la seguridad que da el hacerlo con la luz verde encendida.

No era la única persona que sufría tan extraña lógica en el funcionamiento de los semáforos porque eran muchos los frenazos, incidentes, y sustos que se daban en aquella larga calle, y muchos los conocidos que se quejaban de lo mismo. No entendía, pues, que el Departamento de Tráfico mantuviera esa manera de funcionar de esos puntos semafóricos. Todo sería acorde a la legalidad en materia de señalización , pero ¿tan difícil era mantener en rojo la luz dirigida a los vehículos los treinta segundos que se abría el paso a los viandantes?.

Esa era la razón de que siempre que pasaba por esa calle, al cruzar uno de los seis puntos semafóricos existentes, redujera la velocidad un poco y pusiera especial atención en mirar si había algún peatón con intención de cruzar –estos eran los más peligrosos pues se lanzaban en la seguridad de que podían cruzar la calle sin problema y te los encontrabas de súbito- o iniciando el recorrido de la alfombra de piel de cebra sobre el asfalto, amén de los que ya estaban a medio recorrido.

Ese día, en ese observar, medio instintivo medio consciente, para evitar el peligro, lo vio. Hacía veinticinco años que no lo veía y aún así le dio un vuelco el corazón. Frenó de forma casi imprudente y, por supuesto, innecesaria, algo alejado del paso de cebra, y se quedó observándolo. La causalidad hizo que él cruzara la calle por ese punto semafórico, con luz ámbar intermitente cuando inició el paso sobre él. Había envejecido, como era natural. Los años no pasan en balde para nadie, pero, pese a los años, seguía manteniendo la esencia de su silueta, de su imagen, lo que le permitió reconocerlo.

El corazón, sin saber por qué, se le aceleró. Experimentó una sensación extraña parecida al vértigo aunque podría decirse que, al tiempo, agradable. Instintivamente bajó la visera sobre la luna delantera del coche en un acto reflejo de ocultamiento. Pudo ver cómo hacía el recorrido completo y cómo no había perdido su peculiar forma de caminar. El color rojo del polo que él llevaba hizo que se retrotrajera involuntariamente a otros tiempos y sus ojos brillaron. Por un momento  pensó en tocar el claxon para llamar su atención, orillarse en la zona de aparcamiento y saludarlo, pero lo sopesó y lo descartó. Cuando terminó de cruzar la calle, empezaron los típico bocinazos de otros conductores impacientes por continuar su camino, por lo que no le quedó más remedio que iniciar la marcha y alejarse poco a poco.

Los pensamientos se le aceleraron mientras conducía y se arrepintió rápidamente de no haberlo avisado para poder saludarlo y hablar con él, por lo que decidió dar la vuelta en la rotonda existente al final de la avenida e intentar alcanzarlo o buscarlo, si hacía falta, por la zona donde lo vio.

En su percepción fue eterno el tiempo que tardó el alcanzar la rotonda y la espera que tuvo que realizar en los dos puntos semafóricos que quedaban hasta ella. Por fin la alcanzó, la rodeó e invirtió el sentido para dirigirse a donde lo había visto cruzar la calle; sólo tuvo que esperar en uno de los puntos semafóricos de los dos que había parado antes de alcanzar la rotonda y, por fin, llegó a la altura de la avenida donde lo había visto cruzar, pero no lo vio en todo el recorrido de la acera que alcanzaba con su vista.

Decidió continuar la marcha un poco más por si había caminado en ese sentido y así lo hizo, pero, justo al iniciar la acción, le llamó la atención un grupo de personas arremolinadas en medio de la calle que entorpecían la circulación. Decidió aparcar el coche, y dirigirse en la dirección en que estaba ese grupo de personas.

“Han atropellado a un hombre”, oyó que se decían unas a otras las personas que se interesaban sobre lo que ocurría. Se aproximó para ver qué ocurría y se le paró el corazón cuando vio a un hombre con un polo rojo tendido en el suelo con un charco de sangre enorme, que crecía y crecía, saliendo de su cabeza. No era necesario criterio médico alguno para saber que estaba muerto. Era evidente.

Gritó, chilló, lo llamó por su nombre, perdió los nervios, se le bajó la tensión y se le vino abajo su vitalidad no pudiéndose tenerse en pié, cayó arrodillada en el suelo y lloró desconsoladamente impresionada por lo que presenciaban sus ojos.

Tuvo que ser asistida por los equipos de emergencia.

Horas más tarde, después de caminar sin cansarse por calles y calles, consiguió reunir fuerzas para regresar a su casa donde. al entrar, su marido, que estaba viendo la televisión, le preguntó si le había pasado algo, que tenía muy mala cara.

-Nada. No me pasa nada. Es que estoy muy cansada- dijo con desgana.

-Entonces, cariño -dijo su esposo-, siéntate aquí conmigo y descansa mientras vemos este interesantísimo programa sobre las infidelidades de pensamiento dentro de la pareja.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Y AL FINAL DE TODO, LAS TARTAS


Ya se fueron Peter y Janice, nuestros amigos londinenses, y hemos tenido todo el sábado para descansar. Ha sido una semana, la que ellos han estado aquí, intensa porque ha habido que compaginar obligaciones laborales con obligaciones sociales, y ambas de una intensidad considerable, porque la semanita inglesa, si desde el punto de vista de las salidas, comidas, bebidas, etc., ha sido saturante, desde el punto de vista laboral ha sido densa, peleona, cansina y muy agotadora. Ambas caras de la misma semana han convivido sin mayor disfunción que el cansancio matutino y la cara de agotado que los compañeros se encargaban de recordarme. Así pues, no quiero decir aquello de por fin se fueron pero sí que a mi cuerpo le ha venido bien que se hayan ido.

El último día que estuvieron en Chiclana antes de marcharse para Londres, los invitamos a comer en casa. Siempre que vienen a casa les ofrecemos comida autóctona regada de buenos vinos. En esta ocasión les agasajamos con un exquisito plato de colas de ternera con garbanzos, preparado como menudo en lo que a especias y condimentos se refiere, con tapas previas de fuet, queso, zanahorias aliñadas y aceitunas. No sé cómo calificaron en su más íntimo pensamiento la comida ofrecida, aunque, a tenor del hecho de que repitieron en dos ocasiones, puedo imaginarlo.

Realmente los garbanzos estaban maravillosamente buenos. Los acompañamos con un vino tinto de la denominación catalana de Tierra Alta, fruto de una mezcla de uva tempranillo y cabernet sauvignon que le daba un aroma exquisito y un sabor suave, casi afrutado, nada ácido, que hacía resaltar los sabores del plato de garbanzos y, por supuesto, a la inversa, el sabor de los garbanzos, con el toque picante que tienen, realzaba el sabor del tinto.

Este vino lo probé casualmente unos días antes con estos mismos amigos ingleses, en su casa, que lo habían comprado en un supermercado de forma casual, ya que ellos compran el vino de forma ciega, pues no conocen el espectro vitivinícola español. Al probarlo y gustarme su olor y sabor, le pregunté en qué supermercado lo había adquirido con la intención de ir a curiosear precio y, por tanto, relación precio calidad. Merece la pena adquirirlo, pues tienen un precio más que asequible. Su nombre es Vespral, gran reserva, cosecha 2007; y su precio muy moderado: 2,90.-€.

El sábado, como he dicho, estábamos saturados de toda la actividad de la semana y yo, además, necesitaba sopesar y dejar reposar determinados aspectos y cuestiones laborales –aclararme algunas ideas-, por lo que nos quedamos en casa. El día era frío, pero en el jardín, al sol, se estaba en la gloria. Con un poco de música y un refresco o una cerveza a mano, recostados en las tumbonas, se podía rozar el paraíso y, comentábamos aquello de que como en casa en ningún sitio. EL sol tibio, sintiendo el fresco en los brazos, porque estás en camiseta, y en la cara, te da el calor suficiente para calentarte, acariciándote, sin sentir calor en ningún momento. La música y la bebida hacen el resto de la labor reparadora.

Comimos ligero alrededor de la encimera de la cocina, sin sentarnos a la mesa, y pasamos una tarde de siesta, lectura y televisión, que nos regeneró, y menos mal que nos regeneró porque al día siguiente, hoy, teníamos una pareja amiga en casa invitada a comer, por lo que hemos pasado un domingo culinario intenso, donde todos los platos estaban estupendos, pero tengo que resaltar los postres, uno preparado por Anate, la invitada, que es una cocinera muy afamada, y otro preparado por Susana. Todos nos hemos tomado una porción de cada uno de ellos y no parábamos, me di cuenta, de medio gemir haciendo sonidos de ummmmm¡¡¡ cada vez que nos metíamos una cucharadita en la boca.

El postre preparado por Anate era una tarta de masa quebrada rellena de merengue, chocolote con almendras y peras. El preparado por Susana, era una tarta eslovena de masa brisa rellena de nueces, pasas, canela y ron, que recuerda al struddel alemán y rememora algo a la repostería turca.

Después mucha charla alrededor del té y el café

Un muy buen fin de semana. En todos los aspectos, no sólo el culinario.

lunes, 11 de noviembre de 2013

LA SEMANITA INGLESA


Han llegado nuestros amigos ingleses Peter y Janice, un peculiar matrimonio londinense que conoció Susana causalmente en la cola de una ventanilla administrativa del Ayuntamiento de Chiclana y les hizo el favor de hacerles de intérprete en una situación tragicómica donde ni la funcionaria hablaba  inglés ni los ingleses hablaban español. De esto hace ya seis años y, por su puesto, los ingleses, como buenos ingleses que son, siguen sin hablar ni una palabra de español, vamos, ni papa, que se dice.

Desde entonces hemos entablado y forjado una amistad fuerte hasta el punto de que, siendo tan pocos los años que hace que nos conocemos, hemos ido a la boda de uno de sus hijos en Londres, con todos los gastos pagados; hemos estado como invitados tres veces en una casa que tienen en el sur de Francia; y el hijo mayor de Susana, Antonio, ha estado en San Diego, en California, en casa de Neal, el hijo mayor de este curioso matrimonio, durante un mes para perfeccionar su inglés, porque en esta casa nuestra, salvo yo, todos hablan un inglés envidiable y, a decir de los propios ingleses, con un perfecto acento de Sussex.

Ellos, y sus hijos y nueras y nietos,  han estado todos en Chiclana, y, siempre que han venido, nosotros los hemos atendido como unos anfitriones de categoría y los hemos invitado a casa donde les hemos ofrecido, además de todo el cariño que se merecen, platos de cocina típica española, la de verdad, la que no van a encontrar en los restaurantes.

En contra de lo que en principio pueda uno anticipar mentalmente por el hecho de que son ingleses, son dos personas bajitas. Él dice, a modo de broma y sobre la base del estereotipo español, que le gusta venir a España porque así no se siente bajito, pero la verdad es que incluso los españoles que están por debajo de la media de estatura son más altos que él, y tampoco los ingleses son más altos que nosotros como regla general, pero bueno, se le admite como broma.

Son estupendas personas, muy generosas, y él, además, es un bromista tremendo, aspecto que es sorprendente porque no forma parte de lo que uno puede entender que es el humor inglés, más bien se podría decir que es un humor latino, con una ironía tremenda y es difícil que no encuentre una punta de chiste, jocosidad y gracia en casi todo.

Si embargo, son dos los problemas que a mí personalmente me genera esta relación y aunque ninguno de los dos son problemas graves, sí que de alguna manera sus visitas las vivo con una cierta desgana inicial que después, a medida que pasan los 7 u 8 días que suelen estar las dos o tres veces que vienen cada año, se va diluyendo hasta desaparecer totalmente.

El primero de los problemas es el idiomático. Susana habla un inglés, tal como ya he dicho, envidiable; los niños, también hablan un inglés muy fluido que les permite, según observo, atender cualquier situación  o conversación sin problemas. Y yo, que soy el que queda, no hablo inglés, lo chapurreo, puedo entender muy bien cuando lo leo pero me cuesta la misma vida entender cuando es hablado, máxime cuando es cockney lo que ellos hablan, y, habida cuenta que no estoy dispuesto a sobreentender como hacía hace unos años, porque los sobreentendidos me han llevado a muchas confusiones, mi papel en estas reuniones es un pelín marginal, pues no estoy sincronizado con lo que se está hablando y necesito de vez en cuando, cuando ya estoy totalmente perdido de lo que se está hablando, una “pausa traductora” para que Susana me aclare los términos de la conversación o de lo que se está diciendo, o, a la inversa, necesito ante mi imposibilidad de expresar una idea en inglés que sea ella la que la traduzca. En este último caso se añade la dificultad de que Susana traduce lo que a ella le parece oportuno y no la literalidad o intencionalidad de lo que quiero transmitir, porque ella, que sí está al cabo exacto de la conversación, entiende que lo que quiero que se traduzca está algo fuera de contexto, todo lo cual añade un poco más de incomodidad para mi. En fin, un problema, sobre todo cuando la conversación versa sobre aspectos no superficiales.

El otro problema es que Peter, como buen británico, se bebe todo lo que haya que beberse y siempre le parece poco lo que se ha bebido. Realmente esto no seria un problema, pues lo que él beba o deje de beber es algo que sólo a él incumbe, si no fuera porque arrastra con él a todo el que está a sus alrededor que, dado que Susana no bebe alcohol, soy yo (y ,en menor medida, su mujer Janice). Siempre se podrá decir que me puedo resistir, pero ahí entra en juego la peculiar persistencia de este londinense, que te termina poniendo encima de la mesa, por más que le insistas en sentido contrario, un par de cervezas de trigo fermentado que con más o menos gusto terminas bebiéndote

Le encanta ir a un pub irlandés que está en la zona de la playa porque allí ponen cerveza de la que toma en su país, aparte de que el local sea muy agradable, haya música en vivo y siempre tenga mucho ambiente, y siempre pide las pintas de cerveza de dos en dos, pero no una para cada uno de nosotros sino dos para cada uno, total como esa cerveza no hay que tomarla fría…

El resultado termina siendo el lógico: él acaba como una cuba, pues bebe muchísimo más que lo máximo que yo pueda beber, y yo termino tocado pero sin perder nunca la compostura, pero con el olor mitad dulzón mitad manzana que tiene ese tipo de cerveza impregnando todo mi cuerpo.

Ayer sin ir más lejos, llegaron desde Londres a Chiclana a las 10 de la noche, y nos citaron en el pub irlandés a las 10 y cuarto, vamos que no perdió un minuto. Cuando llegamos sobre las 10 y media, ya se había bebido dos pintas de cerveza, y cada pinta es algo más de medio litro. Puede cualquiera imaginar cuántas pintas de cervezas se ha bebido este simpático pirata inglés tres horas después.

También es digno de imaginar, además de compadecer, mi nivel de comunicación con mi escaso dominio de la lengua de Shakespeare, en ese ambiente tan ruidoso como es un pub, y a todo eso añádase el show de música en directo que determinados grupos de aficionados llevan a cabo en el lugar, normalmente actuaciones muy agradables pero que ayer, por mor de la mala suerte, vino a ser un grupo de rock que cantaban en algo tan indefinido que Peter preguntó si cantaban en español cuando Susana y yo entendíamos que estaban cantando en inglés.

En fin, toda una semana inglesa por delante. Procuraré no morir en el intento.

lunes, 4 de noviembre de 2013

¿NOS LEVANTAMOS DE LA SILLA?


Cuando los gobernantes se quieren perpetuar en el poder a toda costa hacen muchas estupideces, algunas muy graves, que entran de lleno en el campo de la lesa humanidad, como puede ser asesinar al opositor o encarcelarlo, y otras menos graves, como puede ser crear una red de  servilismo y de clientelismo que les de apoyo.

El elenco de acciones es variado y muy rico en su casuística, de tal manera que si nos pusiésemos a narrarlos estaríamos hasta finales de año sin parar y aún así no acabaríamos nuca.

A título de ejemplo de los más grave del elenco, y por tomar situaciones recientes, tenemos las acciones de guerra genocida del Presidente de Siria y sus secuaces, dispuestos a arrasar a la población que constituye su propio país con tal de mantenerse un poco más en el poder –tentación que debe ser algo así como la querencia que tienen los caballo de volver a la cuadra-, pese a que en lo más profundo de su consciente saben que es muy probable que acaben siendo arrastrados de forma ignominiosa, como una presa de cacería, desde un vehículo con una cuerda atada a sus pies y siendo escupidos por toda la población. Pero aunque estos tiranos tengan ese difuso miedo a lo que les puede esperar, no pierden la esperanza de que quizás tengan a suerte que el pueblo “soberano” al que gobiernan carezca de alma revolucionaria, o esa alma no sea suficientemente revolucionaria sino domeñada, y puedan  alcanzar la muerte al modo en que lo hicieron el general Franco o Pinochet, muertos o retirados en loor de multitud pero con un tufo a sangre y represión que a los sensibles a esas pestilencias nos provoca verdaderas arcadas.

En el otro extremo del elenco, donde se encuentran las estupideces menos graves, podemos encontrar muchísimos más ejemplos, seguro que diariamente podríamos hacer una lista diferente de ellos, y que por comunes y repetidos son socialmente consentidos sin que el pueblo “soberano” haga crítica. Se pueden mencionar  muchos casos y las clasificaciones que se podrían hacer con ellos darían para mucho trabajo, pero baste con mencionar, a título ilustrativo, la inauguración de rotondas, acción en sí misma que no tendría la menor importancia si no fuera porque el gasto realizado en los esperpénticos grupos presuntamente escultóricos que hay en las rotondas de España, sean en Cataluña o en Andalucía o en cualquier otro territorio, todo de un mal gusto estético memorable, se ha priorizado frente al gasto para atender otras necesidades mucho más importantes y trascendentes sólo con la única y exclusiva finalidad de la foto de inauguración, del minutito de gloria. El gasto social no da para muchas fotos y eso se nota. Pregúntenle, por dar nombre y apellido, a Teófila Martínez, Alcaldesa de Cádiz, sobre los paneles electrónicos informativos que tiene por toda la ciudad para autoloa y autobombo, pro permanente reelección, frente al gasto social. Y así, cualquier político, cualquiera que sea su color, con honrosas excepciones, y, siempre, con el consentimiento del pueblo “soberano”, que somos nosotros, y no otros, y que si nos miráramos al espejo de la revolución seríamos capaces de ver las tragaderas tan grandes que tenemos.

Todo este comentario de hoy se debe realmente a que esta tarde se me vino a la cabeza, no sé por qué, tres de las más grandes estupideces políticas que he oído en los dos últimos meses, todas ellas aplaudidas y lloradas de emoción por el soberano pueblo, (claro que en este caso es un pueblo hijo del español, asentado en ex colonia, y quizás eso explique tanta estupidez hispana y tantas tragaderas). Me refiero a las tres grandes ocurrencias de Maduro, el Presidente de Venezuela, a saber, y no necesariamente dichas por orden de la magnitud de la estupidez del gobernante que las usa y de la estupidez del pueblo que las consiente:

a)      Hay un pajarillo que se le aparece a Maduro y le canta y le revoletea a su alrededor y que le inspira las ideas y que no es más ni menos que Hugo Chávez en forma de avecilla, a modo de Espíritu Santo.

b)      La presencia de Hugo Chávez está en todos lados incluso en una mancha de humedad que  ha aparecido en un túnel en construcción en la ciudad de Caracas, al modo de los rostros de vírgenes y santos y cristos que aparecen por toda la península ibérica y toda la América latina (curiosamente no aparecen en Arkansas o en Massachussets)

c)      La creación del Viceministerio para la Suprema Felicidad del Pueblo, emulando los nombres de los órganos o congregaciones de la Curia Vaticana, que quiere pretender tanto que, seguro, abarcará poco.

En fin, queda uno agotado ante tanta estupidez. Habrá que ir pensando en levantarse de la silla, ¿o nos quedamos un tiempo más en ella?

domingo, 3 de noviembre de 2013

PREMIUM PRO STULTIS


El comportamiento de las compañías telefónicas ante las quejas de los usuarios deja mucho que desear, rayan la estafa, si es que no entran de lleno en ella, y son cómplices de multitud de engaños que llevan a cabo otras personas o entidades pero de las que las compañías de telefonía se benefician sin escrúpulo, a sabiendas de la turbidez o ilegalidad del negocio que ellas facilitan y conocen.
 
Hoy hemos recibido un mensaje sms de Orange, compañía con la que tenemos contratadas las líneas de los teléfonos móviles, en el que nos comunicaba que por el servicio de sms llevábamos facturado algo más de 40 euros.

La semana pasada, intentó Susana localizar en Internet, a través de la página web de Antena 3, el primer capítulo de una serie de TV que empezó a ver a partir del capítulo 2 y tenía interés en ver el primero de la serie.

Dado que Antena 3, a diferencia de RTVE, no ofrece el servicio de televisión a la carta, Susana empezó a buscar páginas donde estuviera disponible el capítulo que buscaba, encontrando una donde podía acceder al mismo pero debía introducir el número de su móvil para que te enviaran un código a través de un mensaje cuyo coste era 1,5 euros; con ese código podías acceder a ver el capítulo que se pretendía.

Recibió un mensaje con el código, pero inmediatamente empezó a recibir una cascada de mensajes, cinco mensajes en tres minutos, con publicidad de diferentes ofertas, si bien en el segundo de los mensajes decía al final del mismo que podías darte de baja en el servicio, que cada mensaje que recibieras te cargaban 1,50 euros, y que para darte de baja tenías que mandar un mensaje con la palabra “BAJA”. Cuando vino a darse cuenta y reaccionó y mandó el mensaje con la palabra “BAJA”, ya habían cargado 8 o 9 euros.

Pues bien, respecto de otro uso de este tipo de ofertas de Internet que hice unos días antes para acceder a una pagina de libros electrónicos, sin haber recibido ningún mensaje de aviso o mensaje, y sin haber recibido ningún mensaje sms en el móvil, nos han facturado algo más de 40 euros según la propia compañía telefónica Orange, que nos alertaba de ello.

Extrañados de que nos facturaran sin haber recibido ningún mensaje – pues de lo contrario nos hubiésemos extrañados y habríamos actuados antes, como en el caso del capítulo de la serie de TV que queríamos ver-, nos pusimos en contacto con Orange, y empezó el esperpento, pero no cualquier manifestación del esperpento sino el esperpento en su más pura esencia.

Hablamos con más de 8 personas distintas para lo mismo y a cada una de ellas teníamos que darle el número de teléfono al que se refería la reclamación, el dni del titular del móvil, el nombre y apellidos y la fecha de nacimiento, para identificarnos, aunque ellos supieran perfectamente que era yo mismo, el reclamante, el que estaba al otro lado del teléfono y para lo que llamaba, ya que bien me había pasado un compañero bien lo leían en la ficha informática que se les abre en su pantalla de ordenador cuando llamas y das tus datos, puesto que en dicha ficha cada operador que habla contigo anota los términos de la conversación y el resultado de la gestión.

De entrada, no entendían que lo que quería era una explicación de cómo era posible que me facturaran mensajes que yo no había recibido en mi móvil, pues ninguno era proveniente de la empresa de libros electrónicos con la que contacté a través de Internet.

Los operadores y operadoras con los que hablaba me indicaban que se me había facturado y por lo tanto eso significaba que los había recibido, a lo que yo les indicaba que no había recibido nada, y así, a modo de diálogo de besugos, todo el tiempo sin que hubiera argumento lógico que les hiciera entrar en razón siquiera para que me pasaran con el departamento que pudiera comprobar si había recibido los mensajes o no. Lo que ellos decían era palabra de Dios y no había más que aceptarla. Se me llegó a decir por una de las operarias que me atendió que los mensajes estaban mandados aunque yo no los viera en mi teléfono, que eso dependía de la configuración del teléfono móvil del receptor, a lo que le requerí una aclaración sobre esto, que era la primera vez que lo oía, y me dijo que para eso tenía que llamar al servicio de información del fabricante de mi móvil. El colmo.

Es de entender que esas conversaciones acabaran con mi protesta de que muy bien, pero que yo no iba a pagar el recibo porque iba a dar orden al banco de  que no lo atendiera, a lo que  ellos contestaron que procedían a bloquear el número, cosa que no creí que hicieran pero que hicieron, por lo que me vi sin poder hacer una de las acciones que ellos me recomendaban, que era que mandara un mensaje sms con la palabra BAJA a un número de teléfono que ellos decían, y, al no hacerlo, correr el riego de que me siguieran mandando mensajes y siguiera incrementándose la factura.

Vuelta a llamar al servicio de atención al cliente que es el único que te dejan activo, y tras exponerle que podía seguir creciendo la factura aún teniendo el teléfono bloqueado y la amenaza de irme al Cuartel de la Guardia Civil a poner una denuncia, activaron nuevamente el teléfono, con la advertencia de que una vez mandara el mensaje de BAJA volviera a ponerme en contacto con Orange.

Cuando volví a llamar nuevamente a Orange, parece que empezó a cambiar la actitud de la compañía telefónica, por boca de sus operarios, y accedieron a cortar la recepción en mi móvil de mensajes de esa empresa estafadora o de  cualquier otra, admitieron que hay compañías que, no sé a través de qué sistema ni de qué forma, consiguen que se facturen los mensajes aunque los mensajes no se hayan mandado nunca, y me terminaron indicando la forma de proceder para que la propia compañía Orange comprobara si esos mensajes se habían recibido o no en mi teléfono y caso de que no se hubieran recibido – que no se han recibido nunca-, no facturarían nada.

Por fin, después de dos horas y media de gestiones entre las dos y media y las cinco de la tarde, con la comida encima de la mesa, la adrenalina en niveles cardíacos, el cabreo amagando con cargarse el fin de semana, etc, parece que se hizo la luz, que la razonabilidad se abrió paso y que el sentido común se impuso.

Estamos indefensos, pero no sólo frente a la corrupción pública y su mangoneo, sino ante la corrupción y el mangoneo privado de las compañías proveedoras de servicios públicos, que siempre pagamos los del pueblo soberano, que cada vez somos menos soberano, si es que alguna vez lo fuimos; y, por supuesto, los políticos, nuestros valedores y representantes, en las musarañas.

Dos cosas he aprendido de esta mala experiencia:

a) nunca, absolutamente nunca, indicar el número de teléfono en una página de Internet para acceder a un servicio en el que previamente te deben mandar un código a través de un mensaje sms.
 
b) si por error, por engaño, o por despiste, se indica el número de móvil, llamar inmediatamente a la compañía que te provea la línea telefónica y ordenar la cancelación del sistema de mensajería que ellos denominan  "Premium".

Hay muchos programas gratis en Internet (Open office, Klavaro, etc) o productos gratis (literatura clásica, música, etc), que efectivamente son gratis, pero alrededor de esto hay muchos vivales que consiguen aparecer mucho antes que la página oficial del producto libre (gratis), y somos legión los que caemos en esas trampas, por lo que hay que estar alerta.
 
Y lo peor no es que esta facturación se denomine Premium, sino el complemento implícito que acompaña a esa solitaria palabra: "para tontos". Quizá debieran, entonces, llamar a este estafa camuflada "Premium pro stultis" o premio para tontos.

sábado, 2 de noviembre de 2013

"TOSANTOS" Y HALLOWEEN


Ayer fue la víspera de Todos los Santos, lo que ahora se conoce como Hallowen, y quizá ésta es una de las costumbres sociales que más pone de manifiesto la diferencia generacional.

Para los que tenemos 50 años o más, realmente para los que tengan más de 30 años, la víspera del 1 de noviembre y el propio 1 de noviembre, son unas fechas asociadas a las castañas, a las nueces y la fruta, toda la fruta de otoño, aunque, en  mi caso, tiene especial presencia en el recuerdo la chirimoya.

Esta presencia de frutos secos y fruta fresca en abundancia que había en las casas estos días es lo que se conocía, al menos en mi entorno, como los “Tosantos”. Consistían en unas grandes cestas  hechas con una mezcla de madera y trenzado de algún material parecido a la enea, pero más ancho y oscuro, a las que denominábamos barcos, aunque nunca supe si eso era el nombre real de ese tipo de cestas o cajas o era que en mi familia se le denominaban así por la forma ovalada que tenían.

Normalmente eran cuatro barcos, uno de castañas, otro de nueces y los dos restantes contenían la fruta: manzanas, granadas, naranjas, chirimoyas, tubérculos de batatas – que posteriormente cocinados con miel o azúcar o asados al horno eran una auténtica delicia-, peras, piñas,  y ya fuera de las cestas o barcos, la reina del evento, al menos para mí y mis hermanos, la piña de plátanos, una piña completa, es decir, un racimo completo, que se colgaba de un palo que se colocaba entre dos estanterías dentro de la despensa, lugar donde se depositaba todo este lujo de olores, colores y sabores.

Aunque parezca una exageración tanta fruta y tanta castaña y tanta nuez, que probablemente algo de exagerado tenía todo aquello pues era mi padre el que se encargaba de los “Tosantos” y mi padre para casi todo era un exagerado, aquello no duraba muchos días pues éramos siete hermanos, siete chiquillos, que comíamos como auténticos leones. Chirimoyas  y plátanos eran los reyes de la fiesta porque eran los más codiciados, sin perder de vista las nueces y castañas que se podían comer a cualquier hora sin que hubiera límite para ello –al menos no recuerdo ninguno-

Estas fechas también estaban asociadas a la venta de flores, sobre todo crisantemos, para llevar a los difuntos al cementerio, y el centro de la ciudad se llenaba de puestos ambulantes vendiendo este tipo de flores, lo que ahora ha quedado relegado a los puestos en los alrededores del cementerio y algún que otro en las entradas del hermoso mercado central de Jerez, la Plaza. Y al igual que en Jerez, en el resto de las ciudades.

¿Y ahora? ¿Y los niños y jóvenes de ahora?. Pues ya para ellos no hay “Tosantos”, ya no hay ambiente cementerial, supongo que porque el culto al muerto va transformándose y porque cada vez hay más incineraciones y, por tanto, menos cadáveres a los que visitar. Seguramente no sepan qué es un crisantemo pero sí saben muy bien que la palabra inglesa “scary” significa que da miedo y es a esta palabra y a su significado a lo que ellos asocian las fechas.

Halloween ha tomado el relevo a la fiesta de Todos los Santos y la de los Difuntos, o va tomándolo poco a poco, y de momento conviven dos costumbres, dos maneras de entender esto de los muertos y la fruta; fruta del árbol, jugosa y estupenda, o sabor a fruta en todas las golosinas que la nueva modalidad de fiesta conlleva.

Dicen que es costumbre importada, que es extranjera y que ello la hace poco aconsejable, pero a mi Hallween no me parece ni bien ni mal sino que es una realidad que está ahí y que hay que aceptarla como viene. Todo cambia  y esta fiestas no iban a ser menos, lo único que me da coraje de todo este cambio es que me hace tomar consciencia de que he vivido mucho ya, lo suficiente como para presenciar en mis narices un cambio de costumbres en toda regla.

Siempre me pregunté cómo toda Europa habló latín sin TV, sin radio y sin los medios de comunicación de hoy en día. Si se impuso una lengua como el latín, ¿cómo no va a imponerse algo tan cinematográfico como Halloween?.

Mi primer contacto con Halloween fue cuando yo tenía 11 o 12 años. El puente de los “Tosantos” lo pasábamos en aquella ocasión en la casa de mis padres en Valdelagrana, donde por aquel entonces había pocas casas –por supuesto, paseo marítimo y apartamentos ni se imaginaban-, y entre las pocas casas que había, bastante de ellas estaban habitadas por familias americanas de militares destinados en la Base de Rota.

Pues bien, un grupo de amigos pudimos observar el comportamiento de los niños americanos y cómo se acercaban a las casas de otros americanos y les daban caramelos después de decir algo que nosotros no entendíamos pero que debía ser, a buen seguro, lo de “truco o trato”. Nosotros, intrigadísimos, y con más valor que El Guerra, decidimos actuar y como no teníamos disfraces y estábamos tan acostumbrados a que cualquier manifestación social estuviera presidida por una pequeña o grande procesión con una virgen o un santo sobre una parihuela, no se nos ocurrió otra cosa que coger una silla de enea del jardín de mi casa, que conmigo sentado en ella, y los otros cuatro portándola como si fuera eso, una parihuela, nos acercamos a la primera casa de americanos que vimos y llamamos a la puerta, pero justo cuando ésta empezó a abrirse, los muy cobardes de mis amigos bajaron la silla al suelo y se fueron corriendo, dejándome a mí sólo ante la puerta abierta y ese americano tan enorme. Me quedé más asustado que un gorrión, y a punto estaba de salir corriendo yo también cuando ese gigantón me dio una cuantas chocolatinas y se rió.

Ya ha llovido desde entonces y ya sé qué es Halloween. Ahora soy yo el que compra golosinas para cuando llaman a mi puerta.

viernes, 25 de octubre de 2013

POROMPOMPERO


Hoy ha muerto Manolo Escobar. Todo el mundo lo conoce y todos, alguna vez, hemos cantado o tarareado una de sus canciones, sobre todo si hablamos del “Porompompero” o de “Mi carro” o de “Que viva España”.

Manolo Escobar constituye un recuerdo transversal en mi vida y es un recuerdo alegre que me evoca a mi padre y lo trae a mi mente. A mi padre le encantaba Manolo Escobar y en esa peculiar forma que tenía de escuchar música, que consistía en repetir una y otra vez una canción o una parte de ella en el picú (del inglés pick up), que era como él llamaba a lo que nosotros llamábamos el tocadiscos -aparatos de reproducción musical que probablemente mi hija no sepa ni qué son, salvo que, al estar de nuevo de moda los discos de vinilo, tenga noticias de ellos por comentarios en las secciones de música de revistas o porque los haya visto en los expositores de las tiendas del sector-, hacía que, a base de repetición en la reproducción musical, terminaras haciendo una simbiosis con la canción y te transmitiera el ADN del pentagrama de su partitura. A partir de ese momento la canción ya forma parte de tus vivencias y, por tanto, de ti mismo.

La imagen que evoco de mi padre, es la de él metidísimo en la canción, como un yonki con una canción de Janis Joplin, sentado en una silla frente al picú, con un brazo apoyado en una mesa sobre la que tenía, en absoluto desorden, todos los discos que había escuchado o que quería escuchar total o parcialmente. Si había una canción o una parte de una canción que le entusiasmara, levantaba, con no muy buen pulso, el brazo del tocadiscos y, no sin antes arrastrar la aguja sobre los surcos, lo que provocaba el correspondiente ruido característico de raspado, lo colocaba nuevamente en el inicio de la canción o parte de la canción que quería volver a escuchar.

Pero además de esa postura tan característica, con un cigarrillo entre los dedos, con una parte de ceniza grande todavía adherida al mismo, si de Manolo Escobar hablamos, hay que añadir una sonrisa, sólo sonrisa, de disfrute pleno, en la cara y un pequeño movimiento de la cabeza al compás de la música, como si estuviera haciendo un leve ejercicio de cuello, lo que siempre me recordó al característico movimiento de cabeza que hacía el propio Manolo Escobar al cantar sus canciones.

Manolo Escobar era almeriense, que es la forma más difícil e incomprendida de ser andaluz, y eso es una razón adicional para que me cayera bien. Todos los famosos que son de aquellas tierras pero que ejercen activamente de andaluces, me caen bien, aunque sea sólo por esta razón. Me pasa también, por ejemplo, con David Bisbal.

Almería es andaluza plenamente pero, al mismo tiempo, es la parte de Andalucía que más se aleja del estereotipo de la baja Andalucía, imperante hasta el hartazgo. Ese querer mantener su peculiaridad frente  a la homogeneidad que se pretende, hace que Almería, como conjunto, me caiga tan bien y en mi imaginario sea una especie de icono del no sometimiento y de rebeldía.

No me quiero olvidar, ya que hablamos de Manolo Escobar, de sus dos hermanos tocando la guitarra con cara de circunstancia en sus actuaciones. Esas dos personas siempre me llamaron la atención por el contraste que suponía la diferente fama y prestigio frente a la igualdad que da el ser hermanos. Muchas veces pensé que no sabían tocar la guitarra mejor que yo, pero que su hermano cantante los tenía incorporados al show para justificar la manutención que les facilitaba, aunque esto no es más que imaginación y suposición mía sin ningún tipo de fundamento.

Manolo Escobar, te estoy agradecido. Descansa en paz.