martes, 10 de diciembre de 2013

LA TAZA COLOR LILA


La palabra lila tiene varias acepciones en el diccionario de la RAE de todos conocidas, siendo los significados más usados los que hacen referencia al color y a la estupidez. Lila es el color de la flor de su nombre, primo hermano del morado, en la gama de los azules y rojos, supongo, y lila es el tonto, el carajotón al que, cuando se le llama tonto, no se le quiere despreciar porque se le tiene afecto. Es lila o es un lila, se dice, y si se quiere resaltar el enojo con el que se está llamando tonto a quien se aprecia, se dice aquello de es un “joío” lila.

En todo caso, la acepción de tonto de la palabra lila ha caído en desuso, al menos eso me parece, y siempre me pareció que tanto como adjetivo como sustantivo era su uso más del gusto de las mujeres que de los hombre, que cuando la usan suelen reforzarla con “joío” para darle un toque de masculinidad a la expresión.

Además de los significados semánticos de la palabra lila, el color lila, en el mundo de la simbología, representa la amistad, de la misma manera que el rojo representa o simboliza la pasión o el negro, el luto.

En Chiclana existe un grupo de personas que se autodenominan “Los Lilas” y que se conocen de toda la vida y que, mayoritariamente, hicieron muchas migas en el Instituto, cuando hicieron el BUP, ya que en aquella época en Chiclana sólo había un Instituto y sólo una clase para cada tipo de bachillerato. Eso les daba la condición de casta frente al resto de la población, y el conocerse todos hacía que se reforzara esa relación de colegas de estudio y fueran  algo más que eso. Ha perdurado en el tiempo esa relación, pese a los diferentes derroteros profesionales, laborales y políticos que cada uno ha seguido en la vida.

Este grupo se denomina a sí mismo “Los Lilas” y la asociación virtual (porque no está constituida más que de forma verbal, sin ningún tipo de formalidad, y pervive y la alientan y mantienen viva en su imaginario desde la fuerza que da la amistad), que los aglutina se denomina ALIOLI, que es el acrónimo, absolutamente cachondo y sin sentido real, de “Asociación de Lilas Organizados y Liberados”, aunque la verdad es que estos lilas se organizan bien para salir a comer y a divertirse y para liberarse de todos los problemas cuando hay reunión.

Aunque, como digo, se conocen de toda la vida, bajo la advocación de lilas, que les sirvió y les sirve para justificar eventos culinarios y etílicos, se vienen reuniendo desde hace unos 17 o 18 años, habiéndose iniciado la costumbre y este nombre porque todos ellos eran seguidores del torero local, ya retirado, que también forma parte del grupo, Emilio Oliva, personaje singular cuanto menos.

Los lilas otorgan todos los años un premio o reconocimiento que denominan “Lila de Oro” y, en algunas ocasiones, como este año, otorgan también un reconocimiento a alguien que va recorriendo bien el camino de iniciación en la pertenencia al grupo y que cae bien por su actitud, por su manera de ser, etc., que denominan “Lila Revelación”

Pues bien, he tenido el gran placer de haber sido este año designado “Lila Revelación”.

Me invitaron a la comida de este año ( reunión anual, primer jueves de diciembre de cada año) y decidí ir sin más pretensión que pasar un buen rato y ahondar en las relaciones con este grupo de personas. Ahora me explico que fueran hasta cuatro personas las que me llamaran para invitarme a ir y para cerciorarse de que no pusiera ninguna excusa para justificar mi ausencia.

Agradecí, como es natural, el honor que me hicieron y lo hice con sinceridad y verdaderamente satisfecho porque estas personas se hubiesen acordado de mí.

En las palabras que pronuncié resalté que el lila es el color de la amistad y que ese era el prisma desde el que quería entender la designación y que agradecía muy especialmente que me hubieran nombrado “Lila Revelación” ya que eso era tanto como entender que había un grupo de personas que me brindaban su amistad, y que lo agradecía especialmente porque todos los amigos, o los que creía que eran amigos, que yo tenía antes de venirme a vivir a Chiclana me habían dejado tirado en la cuneta justo en el momento en el que más falta me hubiera hecho una palmadita en la espalda para siquiera darme ánimos ante los retos que se me presentaban en mi nueva vida.

Fue duro, muy duro, no el hecho de perder los amigos, pues no los perdí, sino darme cuenta, así, repentinamente, que nunca los tuve, que toda esa amistad no era más que nada.

He sido desde entonces muy prudente en las relaciones que he iniciado en mi nueva vida  y son pocas las personas con las que retomo el gusto por la amistad sin el miedo a la decepción. En este grupo de los Lilas hay algunas de estas pocas personas de las que hablo, aunque también, aquí en Chiclana, fuera de ese grupo he encontrado otras personas que me han brindado su amistad limpiamente y con todos ellos estoy recuperando el gusto por este tipo de relación.

La taza vacía, como dice mi sensible amiga Anate, va llenándose. Por taza se entiende el recipiente que contiene los cariños y las afectividades. Las hay de varios colores, una roja para la pasión y el cariño y amor de pareja: llena hasta rebosar; de color azul, para los cariños y amores incondicionales hacia los hijos: llena y desde siempre rebosante; de color verde para los cariños y amores hacia padres y hermanos: llena y con multitud de sabores dulces, amargos, suaves, secos, pero llena; lila, para los cariños y amores hacia los amigos: se está empezando a llenar, como digo. Espero que algún día rebose también.

2 comentarios:

  1. enhora buena:precioso escrito,como casi siempre,encuentro una referencia a lo que yo haya podido influir,en tu manera de ser y eso me gusta mucho.felicidades,un beso.mama.

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  2. Según el Diccionario del Español Actual, de Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos, "lila" es, en lenguaje jergal, hombre homosexual. Esto es solo un comentario sin ánimo de ofender, cuñao.

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