miércoles, 9 de octubre de 2013

¡¡UF!!

Hoy nos íbamos a acostar temprano y nerviosos porque nos teníamos que levantar también temprano para ir hasta Sevilla a coger el avión con destino Francia, concretamente Marsella. Digo nos íbamos porque ya no vamos.
Habíamos reservado el billete de avión en Ryanair - compañía con la que odio viajar porque trata a los viajeros como ganado y con la que he tenido varios tropiezos e incidentes, en todos los cuales la impotencia ha alcanzado su nivel máximo-, pero es una compañía con la que se puede viajar barato y eso siempre es prioritario, y en estos tiempos que corren, más que prioritario.
También habíamos alquilado un coche para los seis días que íbamos a estar en el país vecino, y habíamos reservado, previo pago, un habitación en un hotel en el centro del Marsella.
La idea era pasar una noche en Marsella para estar allí dos días y el resto de la estancia dormir en Paraza, un minúsculo pueblo asentado alrededor de un Chateâu cabecera de una zona de viñedos a lo largo del Canal del Midi y con embarcadero en el canal, en plena región del Languedoc-Rosellón, donde antiguamente se embarcaban los vinos para llevarlos hacia el puerto de Marsella donde acaba el canal, que inicia su recorrido en el río Garona a la altura de la ciudad de Tolousse, en el centro de la zona sur de Francia.
En la zona, plenamente vitivinícola, hay un vino magnífico que está presente en todos lados, pero beberlo en las pequeñas bodegas de las muchísimas que hay o en las brasseries de los pueblos y en cualquiera de los múltiples pequeños y encantadores restaurantes que puedes encontrar en cualquier sitio, acompañado de uno de los magníficos platos que allí son capaces  de ponerte por delante – siempre te sorprenden-, es un placer, aunque si es pato, hay que morir.
Los restaurantes en los que he comido o cenado en aquella zona los conservo todos en la memoria, pero hay dos que están en el primer lugar del ranking, el “Cafe du Port”, en la zona del embarcadero del pueblo de Paraza, que está ubicado en la zona de los antiguos almacenes del pequeño puerto fluvial; y el “Baron d´Arc”, que está junto a una de las esclusas del canal, en una zona absolutamente arbolada, y que, para llegar allí, tienes que ir por caminos estrechos y rurales (aunque asfaltados). El “Barón d´Arc”, si llegas de noche, lo identificas porque hay unas ristras de bombillas colgadas entre algunos de los árboles que rodean el restaurante. Cuando bajas del coche, oyes el ruido del agua salvando el desnivel de la esclusa, como si fuera una cascada, y el ruido de las hojas de los frondosos árboles, realmente te trasladas. Después, dentro, si tomas el pato cocinado en el mismo fuego que calienta la estancia, con un vino del lugar, garantizo que el cúmulo de sensaciones no se olvida.
Todos los sitios son recomendables y ninguno te decepciona, al menos hasta ahora – ya hemos estado en la zona en tres ocasiones-, pero quien visite la zona no puede dejar de ir a almorzar al mercado de Narbonne, en un restaurante abierto dentro del recinto y que atienden unas francesas de origen español la mar de simpáticas y que hablan castellano muy bien.
Pensábamos en esta ocasión hacer lo que siempre hacemos, ir a diferentes pueblos, ciudades y lugares, caminar, charlar, comer bien, beber mejor, holgar, en fin, relajarnos a tope.
Y digo íbamos y pensábamos, porque esta tarde recibimos un sms en el móvil, remitido por Ryanair, en el que nos comunicaban que el vuelo de ida quedaba cancelado por razón de la huelga de los controladores aéreos franceses.
La tarde que hemos pasado ha sido de órdago porque intentábamos e intentábamos contactar con la compañía aérea, con la compañía de alquiler de coches y hotel, y no lo conseguíamos porque nadie respondía al teléfono. Por fin , conseguimos contactar con el hotel y con la de rent a car y nos dijeron que lo sentían pero que no se podía cancelar la reserva, vamos, que el precio pagado en su totalidad por adelantado lo perdíamos entero. La única opción que nos daban era cambiar las fechas de reserva.
Intentamos cambiar los billetes de avión vía internet, la misma utilizada para la compra de los billetes, pero imposible ya que la operación siempre acababa con un mensaje de error. Finalmente, llamamos a Ryanair en Francia y, por fin, conseguimos cambiar la fecha de los billetes. Perdemos un día de los seis inicialmente previstos, pero seguro que disfrutamos lo mismo.
Cuando acabamos de hacer todas las gestiones, cerca de las 8 de la tarde y todo estaba arreglado, Susana y yo nos echamos para atrás en el sofá y, simultáneamente, dijimos suspirando: uffff¡¡¡¡¡

1 comentario:

  1. Esta es la típica situación en la que al final ,por el motivo que sea ,uno "casi " que se alegra que así haya sucedido y siempre hay recompensa. Qué disfrutéis.
    almu

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