Hoy hemos tenido el placer de
tener y atender en Chiclana a mi hermana María José y a su marido, Juan
Ignacio. Hace tiempo que tenía pendiente esta invitación que, por razones
varias, habíamos ido posponiendo pero que no quería que se demorara mucho más.
Tal como lo expreso parece que
fuera un compromiso, pero no lo era en absoluto. Bien es cierto que esta cita
ha sido, en parte, una manera de corresponder a una ocasión anterior en que
nosotros estuvimos en Valdelagrana - donde ellos viven-, o Valdela – como él la
denomina-, y salimos a tomar unas tapas y vinos y, bien fuera porque me
entretuve con la conversación, bien porque era desconocedor de los hábitos que
ellos y otras personas que estaban en el grupo y que son con los que ellos
hacen sus rondas de bares, lo cierto es que no pagué ninguna ronda salvo la
última en el ultimo bar donde estuvimos que, además, ya fue la de menor
envergadura. Puñetas!!, estaba tan ajeno a la costumbre que no fui capaz de
estar lo suficientemente atento como para pedir la cuenta y pagar, salvo la
excepción mencionada.
No me gusta nada parecer que
quiero escurrir el bulto de pagar la ronda de cervezas y tapas que me toque, y
digo parecer porque, desde el punto de la intencionalidad, voluntad de eludir
el pago, ninguna. Por eso, cuando alguna vez me ha pasado esto o algo parecido,
me queda una sensación que no llevo bien, por lo que procuro quitármela de
encima lo más pronto posible invitando expresamente. Como queriendo aplicar a
estas casualidades el refrán que dice que la mancha de mora con otra verde se
quita, es decir, que una omisión se contrarresta con una acción expresa.
Lo cierto es que los hábitos
cambian según los grupos. Uno sabe perfectamente, con las personas con las que
se mueve habitualmente, cuándo debe
levantarse, pedir la cuenta y pagar,
o cuándo pagar a medias, pero puede desorientarse al moverse con un
grupo nuevo o no habitual, por lo que debe estar especialmente atento para
invitar a la ronda que corresponda. En aquella ocasión, en Valdelagrana, cuando
venía a darme cuenta, ya se había pagado la cuenta.
Tengo hábito de verme con María
José y Juan Ignacio en reuniones familiares, en casa de uno o de otro, pero la
verdad, no es corriente que nos veamos en la calle, en bares y restaurantes, lo
que ha hecho especialmente más agradable esta salida.
Esta mañana, cuando leía la
prensa en Internet, y entre la prensa incluyo el blog de Bardallur, blog
genuinamente aragonés que, oh, curiosidades de la vida, mantiene, alimenta y
anima Juan Ignacio desde la mismísima Andalucía, pude ver un comentario de él
en el que decía que hoy venían a
Chiclana, a nuestra casa, y que a buen seguro Susana, preparase lo que
preparase, pondría a la mesa un magnífico plato. Cuando llegaron, los sacamos
de dudas y les dijimos que la invitación era por el centro de Chiclana.
Hemos estado en tres locales
diferentes y hemos tomado un buen vino, ha elegido Juan Ignacio, y hemos comido
diferentes platos, aunque yo,
personalmente, me quedo con el tartar de atún y con unas alcachofas al ajillo
que me encantan (en la foto).
Hemos pasado un rato muy agradable. Tanto María José como Juan Ignacio tienen muy buena conversación y, curiosidad también, salvo de la familia, hemos hablado de muchas cosas, todas ellas interesantes.
Espero se repita.
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