sábado, 28 de septiembre de 2013

LA MANCHA DE MORA CON OTRA VERDE SE QUITA



Hoy hemos tenido el placer de tener y atender en Chiclana a mi hermana María José y a su marido, Juan Ignacio. Hace tiempo que tenía pendiente esta invitación que, por razones varias, habíamos ido posponiendo pero que no quería que se demorara mucho más.

Tal como lo expreso parece que fuera un compromiso, pero no lo era en absoluto. Bien es cierto que esta cita ha sido, en parte, una manera de corresponder a una ocasión anterior en que nosotros estuvimos en Valdelagrana - donde ellos viven-, o Valdela – como él la denomina-, y salimos a tomar unas tapas y vinos y, bien fuera porque me entretuve con la conversación, bien porque era desconocedor de los hábitos que ellos y otras personas que estaban en el grupo y que son con los que ellos hacen sus rondas de bares, lo cierto es que no pagué ninguna ronda salvo la última en el ultimo bar donde estuvimos que, además, ya fue la de menor envergadura. Puñetas!!, estaba tan ajeno a la costumbre que no fui capaz de estar lo suficientemente atento como para pedir la cuenta y pagar, salvo la excepción mencionada.

No me gusta nada parecer que quiero escurrir el bulto de pagar la ronda de cervezas y tapas que me toque, y digo parecer porque, desde el punto de la intencionalidad, voluntad de eludir el pago, ninguna. Por eso, cuando alguna vez me ha pasado esto o algo parecido, me queda una sensación que no llevo bien, por lo que procuro quitármela de encima lo más pronto posible invitando expresamente. Como queriendo aplicar a estas casualidades el refrán que dice que la mancha de mora con otra verde se quita, es decir, que una omisión se contrarresta con una acción expresa.

Lo cierto es que los hábitos cambian según los grupos. Uno sabe perfectamente, con las personas con las que se mueve habitualmente, cuándo debe  levantarse, pedir la cuenta y pagar,  o cuándo pagar a medias, pero puede desorientarse al moverse con un grupo nuevo o no habitual, por lo que debe estar especialmente atento para invitar a la ronda que corresponda. En aquella ocasión, en Valdelagrana, cuando venía a darme cuenta, ya se había pagado la cuenta.

Tengo hábito de verme con María José y Juan Ignacio en reuniones familiares, en casa de uno o de otro, pero la verdad, no es corriente que nos veamos en la calle, en bares y restaurantes, lo que ha hecho especialmente más agradable esta salida.

Esta mañana, cuando leía la prensa en Internet, y entre la prensa incluyo el blog de Bardallur, blog genuinamente aragonés que, oh, curiosidades de la vida, mantiene, alimenta y anima Juan Ignacio desde la mismísima Andalucía, pude ver un comentario de él en el que decía que hoy venían a  Chiclana, a nuestra casa, y que a buen seguro Susana, preparase lo que preparase, pondría a la mesa un magnífico plato. Cuando llegaron, los sacamos de dudas y les dijimos que la invitación era por el centro de Chiclana.

Hemos estado en tres locales diferentes y hemos tomado un buen vino, ha elegido Juan Ignacio, y hemos comido diferentes platos, aunque  yo, personalmente, me quedo con el tartar de atún y con unas alcachofas al ajillo que me encantan (en la foto).

Hemos pasado un rato muy agradable. Tanto María José como Juan Ignacio tienen muy buena conversación y, curiosidad también, salvo de la familia, hemos hablado de muchas cosas, todas ellas interesantes.

Espero se repita.


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