Los lunes tienen fama de ser días
tristes y desagradables en época laboral, no así en vacaciones porque cuando
estamos de vacaciones perdemos la noción del día de la semana en el que
vivimos.
La mala fama, ya se sabe, le
viene a los lunes porque después de dos días sin levantarse a golpe de
despertador y de estar disfrutando de la vida sin la rigidez de un horario
establecido y de una rutina impuesta, es
el primer día que uno vuelve a someterse al dictado de los horarios, de las
tensiones, de los problemas, etc.
No obstante, tengo que decir que
a mi me gustan los lunes o, al menos, no me disgustan.
Yo los afronto con una energía
renovada después del descanso del fin de semana y con ganas de retomar lo que
no concluí la semana anterior o lo que no llegué a comenzar porque no lo tenía
suficientemente maduro. Pero, sobre todo, por esto último.
Muchas veces, las más, el fin de
semana tiene una parte oculta no perceptible, que yo llamo de reflexión interna
laboral, y que sirve para darle vueltas, repensar, considerar, sopesar, en
definitiva, reflexionar sobre algo que quieres afrontar o emprender en el
trabajo y que no tienes claro cómo llevarlo a cabo.
Estas reflexiones no las llevo a
cabo los fines de semana en el momento que estoy con los amigos, o cenando con Susana,
o en el cine, o en reuniones familiares. Por supuesto que no. Estas reflexiones
las llevo a cabo en los variados y largos ratos que a lo largo de los dos días
del fin de semana no estoy relacionándome con los demás. Por ejemplo, cuando
estoy arreglando el jardín, cortando el césped, podando, etc. O, también,
cuando voy a dar una paseo en bicicleta –hablo de una o dos horas- , o cuando
voy a “darme un trote” por los esteros y marismas. Por supuesto, cuando sesteo,
en el duermevela previo. En fin, hay muchos momentos, como veis.
La mayoría de la veces lo que ha
de emprenderse y hacerse requiere una reflexión previa en la que se analice la
metodología que se va a seguir, los pros y los contras de esa manera de hacerlo,
pero también en muchas ocasiones se requiere idear cómo hacerlo. Casi siempre
las cosas no son fáciles de hacer y tan sólo se sabe qué es lo que se quiere,
el resultado que se quiere, pero sin saber cómo se debe hacer.
Sin duda, los mejores momentos
para pensar en cómo afrontar un reto de este tipo se dan haciendo jardinería. Un
sábado que te levantas temprano y que te pones a trabajar en el jardín hasta
cuatro horas, da para reflexionar mucho, y muy buenas ideas han salido de esos
momentos jardineros.
Hay quien dice en mi trabajo que
tengo inventiva y que soy creativo. A mí me gusta contestar que realmente lo
que me gusta es la jardinería porque se le saca mucho partido y es muy
agradecida.
Por supuesto que esos momentos
también son buenos para reflexionar sobre cuestiones no laborales, cuestiones
puramente personales. Hay tiempo para todo en el fin de semana. Por eso me
encanta.
El lunes no es reflexivo o, al
menos, no tanto, y si se reflexiona, que también, se hace con menos sosiego.
Igual le pasa al martes, miércoles, jueves y viernes. Pero el lunes, a
diferencia de los demás días laborales de la semana, la reflexión profunda y
serena está muy próxima en el tiempo y es el día que más rendimiento se le saca
a esa reflexión.
Por eso me gustan los lunes. Por
supuesto, como siempre y como para todo, ha habido y habrá excepciones.
Buenas tardes Alxerisi:
ResponderEliminarMe alegro de que sigas con esta historia del blog, sobre todo por la variedad de temas que propones.
Yo soy más básico que tú, ya que a mí nunca me han gustado los lunes. Es más los he detestado hasta hace bien poco. Los domingos para mí, eran el previo o preludio de lo que se nos venía el lunes encima……Ya fuera de joven con el cole, ó de mayor "Trabajar", siempre encontraba la excusa para no disfrutar los domingos y maldecir los lunes….
Pero he madurado, he evolucionado….. Si si, digo evolucionado porque no solo ya no los odio, sino que además me encantan. Los aprovecho lo mejor que puedo, todo ello en compañía de los míos….. No hay cosa mejor que un domingo, sea lluvioso para estar en casa viendo películas y jugando con el enano…………., o soleado, aprovechando para ir a tomar una cervecita, dos…. Con la familia y/o amigos.
Gran culpa de este repentino cambio aparte de la lucidez que da la edad, es observar los millones de parados que nos rodean, para que un gilivainas - yo- se queje encima de tener que ir a trabajar. No sé si es demagogia barata, o simplemente madurez, pero ahora disfruto como nadie los domingos, los lunes, los martes... y todos los días.
Vivan los domingos…………… los lunes…..y los martes…………………..