martes, 24 de septiembre de 2013

"MASNINO"

Hace ya tiempo que viene utilizándose de forma generalizada el símbolo de la arroba, @, para representar un nuevo género gramatical que bien podríamos llamar “masnino” por aquello de que incluye tanto el género gramatical masculino como el femenino. Este nuevo género tiene tanto número singular como plural, y no se da para todas las palabras sino sólo para aquellas que vienen referidas a personas o sus oficios, siempre que el  masculino acabe en o y el femenino en a. Así podremos encontrar textos que digan “nuestr@s bomber@s”, pero no “nuestr@s juec@s”.
 
Parece que esta moda se ha impuesto con ocasión de las luchas y los avances en el papel de la mujer en la sociedad y del plano de igualdad que éste debe tener con respecto al hombre. Pero esta justificación del porqué de esta moda nos puede dar pista sobre el momento histórico en que surge, pero es difícil entenderla desde un punto de vista gramatical, al menos en una persona como yo, educado en las reglas clásicas del castellano.
 
Cuando décadas atrás esta costumbre empezó a ponerse de moda, estaba relegada al ámbito informal y al mundo de la publicidad, sobre todo de la no comercial, que intentaba hacer hincapié en la igualdad de hombres y mujeres. Podía verse, en este sentido de la publicidad no comercial, muy utilizado en los documentos de los sindicatos, en los documentos de los movimientos asociativos y en otros entornos donde, ya digo, se quería resaltar la idea de que los hombres y las mujeres son personas con los mismos derechos sin existencia de planos de superioridad, más allá del que cada cual imponga en función de su inteligencia y su esfuerzo, sea hombre o mujer.
 
A mí, personalmente, nunca me hizo falta  que nadie me convenciera de esta verdad universal de igualdad entre sexos, pues fui educado en esta idea y para mí forma parte de lo natural, digamos que del Derecho Natural. El mérito tengo que atribuírselo en exclusiva a mi madre. Mi padre no se oponía a la idea, pero una cosa era pensarlo y otra actuar con el convencimiento de que hombres y mujeres son iguales. Mi madre nos enseñó, nos inculcó, nos mentalizó y nos corrigió cuando fue necesario, que el principio de igualdad de hombres y mujeres es consustancial a la naturaleza humana, y no digo que debe ser consustancial sino que es consustancial. ¿Cómo lo hizo? Bien fácil: con su ejemplo. Ni más ni menos. En su comportamiento, en sus decisiones, en su actuación en general, pudimos ver este principio. 
 
Pero claro, una cosa es la igualdad de sexos y otra la mezcla de géneros gramaticales. Ahí, para estas lides, estaba mi padre. Para la gramática y para las palabras estaba mi padre, que rápido te obligaba a consultar diccionarios, gramáticas y enciclopedias. Y eso marca. Y a mi me marcó.
 
Probablemente por esa razón, ahora que el “masnino” ya ha abandonado el ámbito informal al que me refería antes y amenaza con  instalarse en los ámbitos más formales, yo me rebelo y me resisto.
 
Lo digo porque últimamente, desde la Dirección General de la que depende mi actividad, -administrativamente su titular es el segundo de a bordo del Viceconsejero del ramo y con rango, obviamente, de director general-, me están llegando documentos que se dirigen a toda la red administrativa, a las personas que la constituimos, como “tod@s”.
 
Me subo por las paredes. Creo que esto es una “horterada” y no responde a ninguna regla de la gramática. Pero la ola crece y crece.
 
Hace tiempo que la no discriminación en el lenguaje forma parte de los objetivos del sector donde trabajo, pero creo que una cosa es el leguaje no discriminatorio y otra asesinar a los géneros gramaticales y de paso a las reglas que sustentan la gramática.
 
Viendo venir hasta dónde iba a llegar esto, hace tiempo que me tomo la molestia de poner en los documentos que elaboro o en los que coordino su elaboración  y que están destinados a ser utilizados por la generalidad del público o de los trabajadores, una nota como la que podéis leer en la fotografía que a continuación os muestro y que está extraída de uno de esos documentos elaborados por mí.


No sé si las mujeres y hombres que estamos en esta batalla saldremos ilesos de ella o no. ¿O será iles@s?.

2 comentarios:

  1. Totalmente deacuerdo, y el fondo como casi siempre , un problema educacional.
    almu

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  2. Suscribo todo tu “artículo”.
    Yo también me resisto al uso de la @ y obligo a mi alumnado a respetar la norma.
    Al profesorado se nos ha machacado hasta la saciedad con las famosas “guías para el uso de un lenguaje no sexista”, que, como ya sabes, han sido estudiadas por la RAE y los académicos llegaron a la conclusión de que «Si se aplicaran las directrices propuestas en sus términos más estrictos, no se podría hablar»
    (Hace unos años yo hubiese escrito a mis alumnos y a los profesores)
    MJ

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