Hace ya tiempo que viene
utilizándose de forma generalizada el símbolo de la arroba, @, para representar
un nuevo género gramatical que bien podríamos llamar “masnino” por aquello de
que incluye tanto el género gramatical masculino como el femenino. Este nuevo
género tiene tanto número singular como plural, y no se da para todas las
palabras sino sólo para aquellas que vienen referidas a personas o sus oficios,
siempre que el masculino acabe en o y el
femenino en a. Así podremos encontrar textos que digan “nuestr@s bomber@s”,
pero no “nuestr@s juec@s”.
Parece que esta moda se ha impuesto
con ocasión de las luchas y los avances en el papel de la mujer en la sociedad
y del plano de igualdad que éste debe tener con respecto al hombre. Pero esta
justificación del porqué de esta moda nos puede dar pista sobre el momento
histórico en que surge, pero es difícil entenderla desde un punto de vista
gramatical, al menos en una persona como yo, educado en las reglas clásicas del
castellano.
Cuando décadas atrás esta costumbre
empezó a ponerse de moda, estaba relegada al ámbito informal y al mundo de la
publicidad, sobre todo de la no comercial, que intentaba hacer hincapié en la
igualdad de hombres y mujeres. Podía verse, en este sentido de la publicidad no
comercial, muy utilizado en los documentos de los sindicatos, en los documentos
de los movimientos asociativos y en otros entornos donde, ya digo, se quería
resaltar la idea de que los hombres y las mujeres son personas con los mismos
derechos sin existencia de planos de superioridad, más allá del que cada cual
imponga en función de su inteligencia y su esfuerzo, sea hombre o mujer.
A mí, personalmente, nunca me hizo
falta que nadie me convenciera de esta
verdad universal de igualdad entre sexos, pues fui educado en esta idea y para
mí forma parte de lo natural, digamos que del Derecho Natural. El mérito tengo
que atribuírselo en exclusiva a mi madre. Mi padre no se oponía a la idea, pero
una cosa era pensarlo y otra actuar con el convencimiento de que hombres y
mujeres son iguales. Mi madre nos enseñó, nos inculcó, nos mentalizó y nos
corrigió cuando fue necesario, que el principio de igualdad de hombres y
mujeres es consustancial a la naturaleza humana, y no digo que debe ser
consustancial sino que es consustancial. ¿Cómo lo hizo? Bien fácil: con su
ejemplo. Ni más ni menos. En su comportamiento, en sus decisiones, en su
actuación en general, pudimos ver este principio.
Probablemente por esa razón, ahora
que el “masnino” ya ha abandonado el ámbito informal al que me refería antes y
amenaza con instalarse en los ámbitos
más formales, yo me rebelo y me resisto.
Lo digo porque últimamente, desde la Dirección General
de la que depende mi actividad, -administrativamente su titular es el segundo
de a bordo del Viceconsejero del ramo y con rango, obviamente, de director
general-, me están llegando documentos que se dirigen a toda la red
administrativa, a las personas que la constituimos, como “tod@s”.
Me subo por las paredes. Creo que
esto es una “horterada” y no responde a ninguna regla de la gramática. Pero la
ola crece y crece.
Hace tiempo que la no
discriminación en el lenguaje forma parte de los objetivos del sector donde
trabajo, pero creo que una cosa es el leguaje no discriminatorio y otra asesinar a
los géneros gramaticales y de paso a las reglas que sustentan la gramática.
Viendo venir hasta dónde iba a
llegar esto, hace tiempo que me tomo la molestia de poner en los documentos que
elaboro o en los que coordino su elaboración
y que están destinados a ser utilizados por la generalidad del público o
de los trabajadores, una nota como la que podéis leer en la fotografía que a
continuación os muestro y que está extraída de uno de esos documentos
elaborados por mí.
No sé si las mujeres y hombres que estamos en esta batalla saldremos ilesos de ella o no. ¿O será iles@s?.
Totalmente deacuerdo, y el fondo como casi siempre , un problema educacional.
ResponderEliminaralmu
Suscribo todo tu “artículo”.
ResponderEliminarYo también me resisto al uso de la @ y obligo a mi alumnado a respetar la norma.
Al profesorado se nos ha machacado hasta la saciedad con las famosas “guías para el uso de un lenguaje no sexista”, que, como ya sabes, han sido estudiadas por la RAE y los académicos llegaron a la conclusión de que «Si se aplicaran las directrices propuestas en sus términos más estrictos, no se podría hablar»
(Hace unos años yo hubiese escrito a mis alumnos y a los profesores)
MJ